El ex presidente Danilo Medina se revela como un activo improvisador. En las intervenciones más recientes suele decir, que “no pensaba hablar”, pero de todas formas lo hace. Se presume que sus discursos no son elaborados, y resultan con alto componente emocional. Los más recientes, en la rueda de prensa del PLD del pasado domingo, donde fijó posición sobre los ex funcionarios apresados por cargos de corrupción, y ante los restos de César Prieto. En el primer caso, lo sensato hubiese sido guardar silencio, que hablara el partido, como sugería el guión, y en el segundo, si se sentía obligado a hablar, por los vínculos, lo recomendable hubiese sido expresar su pesar. Y no más. Era lo prudente. ¿Qué le pasa?

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