Se equivocó el que pensó que Donald Trump, con su discurso de campaña antibélico y pacifista marcaría la diferencia en un mundo al borde del colapso y la destrucción total, porque ha llegado para profundizar la de por sí preocupante carencia de líderes de estatura mundial. Un solo ejemplo: Cuando Trump amenaza con pulverizar a Irán y a su ayatola y pone un plazo, pero al poco rato agrega que “nadie sabe lo que voy a hacer”, y al otro día proclama que lo que vaya a hacer lo hará en dos semanas, lo que ha entrado a escena, para complicar las cosas, es un bombero loco que viene a apagar el fuego con gasolina y, peor todavía, sin un ápice, sin un chin de autocontrol ni de inteligencia emocional.