En materia económica un activo se devalúa por uso, abuso o desuso. En política se da algo parecido con los partidos, que son los activos del sistema. El amor en los partidos se pierde “de tanto usarlo”. Pero, como no hay nada tan malo que no tenga algo bueno ni tan bueno que sea perfecto, el escenario político actual está generando un clima de “revalorización” de los partidos y organizaciones políticas del sistema. En el proceso de negociaciones que se avecina, o que se acrecienta, sacará ventaja no el que tenga más saliva, sino el que sepa negociar más. Los partidos chiquitos estarán tan revaluado que pudieran estar abriendo una subasta, no tan pública, claro está. ¿Quién da más?. Esa será la clave.

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