A uno o dos meses del ascenso del nuevo gobierno, muchos empleados celebraban que no lo hubiesen cancelado, y alegraban seguir cobrando. Algunos llegaron a hablar de la humanidad de sus nuevos jefes. Que en verdad este gobierno parecía de rostro humano. Pero al pasar los días, viven una pesadilla. La contención por el “efecto pandemia”, se ha disipado, y descubren sus nuevas realidades. El grito está al pecho. Pero donde han dado duro es en el Ministerio de Educación. Ahí se cancela gente sin compasión. Miles de personas despedidas, en pleno mes de diciembre. El “rostro humano” se desvanece. Los peledeístas de arriba no culpan más que a los autores de “se van”.

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