Era de esperarse que la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) cancelara los debates electorales a nivel presidencial. Lo hicieron porque no todos los candidatos confirmaron que participarían. En esa condición quedaron sin alternativa. Aunque Leonel Fernández aceptó de inmediato, Luis Abinader condicionó su concurrencia a que todos acudieran, y Gonzalo Castillo canceló, según dijo Anje, por “compromisos previos asumidos”. Pero esa entidad de todas formas tenía que dejar la convocatoria sin efecto. Y no por la razón que la llevó a suspenderla, sino porque en realidad el debate era excluyente desde sus inicios. Los aspirantes de los pequeños partidos nunca fueron invitados. Y no fue justo. Ellos son partes del proceso y deben ser oídos.

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