Imagínese un mundo con Donald Trump todavía gobernando a Estados Unidos. Sería una pesadilla. Prolongar la locura cuatro años más. Hostilidad a las minorías, asiáticos y latinos, y abusos contra los negros. Tensiones a grado extremo con China, desprecio a los aliados convencionales de Europa y aliento a los extremistas de derecha pro nazi. Y en América, la acentuación de la política de desestabilización y aislamiento. Renovar todo ese proceder desde la primera potencia de la tierra resultaba insostenible, en medio de una pandemia que ignorada burlonamente, hasta que enfermó. Por cierto, chinos y norteamericanos despertaron ayer con el primer diálogo telefónico entre Joe Biden y Xi Jinping. El mundo ha cambiado… Un cambio de presidente lo hizo posible.

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