Termina el 2019 con un marcado tinte electoral, lo que adelanta cómo será el 2020, y no sólo en la elemental lógica de que tendremos mínimo dos ciclos de votaciones, sino por la naturaleza de la campaña y la actitud de los actores. Todo está asociado al pasado proceso de primarias que dio lugar a una recomposición de fuerzas. Asimismo, una agudización de las contradicciones entre quienes eran una misma familia, los peledeístas, ahora divididos con contradicciones antagónicas, mucho más fuertes que las que se observaban frente a sus antiguos competidores. La tirantez entre danilistas, que son ahora todos los morados, y los leonelistas, que son ahora la Fuerza del Pueblo, es a muerte.

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