En la actual composición de la Cámara de Cuentas primó el reparto de lealtades, principalmente políticas, todo revestido del ambiente creado por el PRM con eso de que a su seno debieran ir personas “independientes”. Por ese reparto de intereses de particulares o grupales, es que algunos están tratando de buscarle la vuelta al problema y no ir al fondo, que sería llegar al juicio político y escoger a los nuevos integrantes en su totalidad, no porque necesariamente los niveles de responsabilidad en la crisis sean proporcionales a cada uno de ellos, sino porque ha perdido credibilidad, algo que es grave de muerte en un órgano en el que la transparencia, porque escruta a otros, debe ser su sello característico. Mejor es el cambio total, de raíz.

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