En los últimos tiempos se ha puesto como una norma en las sociedades del mundo la necesidad de la transparencia en todo lo tiene que ver con el manejo del estado y de las entidades públicas. De manera particular en nuestro país, un conjunto de instituciones tienen como función principal exigir que el estado eleve sus niveles de transparencia para que los ciudadanos y ciudadanas puedan ser verificadores del buen manejo de los recursos.

Acorde con ese criterio, se ha convertido en una necesidad que haya una muestra de transparencia total en todos los funcionarios públicos, los líderes políticos, los artistas, las figuras públicas, en fin, todo el que influye de alguna manera en la sociedad dominicana. Y es que la transparencia es un forma mostrar integridad, de no engañar, de actuar acorde a la verdad y de no esconder nada de lo que somos.

Para los que seguimos el ejemplo de Jesús, la transparencia debe y tiene que ser una norma de vida. Tenemos el deber y la obligación de que nuestras vidas sean un espejo de apego a la verdad, a la transparencia, a no ocultar nuestras acciones y caminar con la frente en alto dirigidos por Jesús.

Para ser cristiano de verdad es necesario ser transparente. La Biblia, la palabra de Dios que marca y regula nuestras actuaciones, es muy clara y precisa en cuanto a cómo debemos actuar y porque la transparencia debe ser un cualidad inherente del cristiano. Dice 2da de Corintios 13:8: “Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad”. Los cristianos debemos caminar siempre apegados a la verdad, no hacer nada en contra de ella, sino actuar siempre a favor de ella. El evangelio de Juan, partiendo de la realidad de que la verdad es representada totalmente en Jesús, dice con firmeza en el capítulo 8 versículo 32: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

Todos los seres humanos debemos practicar la transparencia. Pero los cristianos verdaderos debemos y tenemos que transitar siempre por un camino de transparencia absoluta, de mano con la verdad, actuando como un cristal limpio y siendo “luz del mundo”, tal y como nos llama Jesús que seamos.

Un verdadero cristiano no puede andar diciendo mentiras y engañando a todo el mundo. Un verdadero cristiano debe amar y respetar a su esposa, amar y educar a sus hijos con su propio ejemplo. Un empresario cristiano no puede estar llevando una doble contabilidad, ni evadiendo impuestos, ni explotando a sus empleados. Un artista cristiano no puede estar haciendo un arte que exprese los peores instintos de los seres humanos, ni alabando a las fuerzas del mal, ni denigrando a las mujeres ni resaltando valores que no se correspondan con las enseñanzas de Jesús.

Un verdadero cristiano debe sembrar amor y no odio, debe amar al prójimo como a sí mismo, debe saber perdonar e incluso debe “amar a vuestros enemigos y orad por los que os maldicen” como nos enseñó Jesús en el evangelio de Mateo 5:44. En fin, un verdadero cristiano debe ser como Jesús: claro, íntegro, amoroso, entregado a una causa justa y hermosa, que pueda decir en público cualquier decisión que tome en privado, que ame a su esposa de manera íntegra y que esté dispuesto a entregar su vida por ella. Un cristiano no puede decir y defender una cosa y actuar contraria a ella. Un cristiano deber ser siempre transparente, en todo momento y sin importar las circunstancias.

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