(Participación en el seminario sobre Seguridad Energética)

Para todos los países es un tema vital que genera importantes discusiones, deseo de control y no exento de intereses mezquinos, no sólo por su importancia en el desarrollo o el atraso de las naciones sino por la cantidad de dinero envuelto en el tema que no sólo despierta la avaricia de cualquier mortal, sino que incluso lleva a la guerra, a la aniquilación de sociedades, para tener el control de un recurso vital para la vida humana como es la seguridad energética en todas sus vertientes.

Para muchos, la seguridad energética está únicamente asociada a la capacidad de tener fuentes petrolíferas. El petróleo es sin dudas un elemento fundamental, sin embargo, la seguridad energética puede perfectamente verse afectada si no se entiende claramente que es un concepto mucho más amplio, que puede incidir de forma mucho más amplia sobre la seguridad energética de una nación sin que esta necesariamente sea productora de petróleo.

La electricidad es un servicio diferente a los demás servicio; no depende como otros bienes de oferta y demanda, necesita equilibrio, reservas, un sistema interdependiente, ya que depende de una planificación meticulosa para que un excedente en la oferta no desincentive la instalación de energía más competitiva, necesita de redes adecuadas de transmisión y una distribución eficiente en costos y calidad, que asegure al usuario, tanto residencial como industrial o comercial, poder contar con la misma en todo momento.

El libro de Sharon Breder, “Energía y Poder” dice lo siguiente: “la teoría del mercado da por hecho que la oferta y la demanda alcanzan un equilibrio a un precio mutuamente aceptable, pero la realidad es que, debido a que la demanda de electricidad no es flexible, los vendedores tienen poder sobre los compradores: saben que vendrán a comprar su producto, incluso si el precio no es razonable. La amenaza de los apagones también se usa como chantaje para presionar a los gobiernos, a fin de que rescaten los servicios públicos, cambien sus políticas o incrementen precios controlados”.

Aún cuando este párrafo encierra cierta verdad en nuestro sistema donde las plantas entran por mérito, es decir que el Organismo Coordinador despacha las más económicas, lo lógico sería tener muchos jugadores eficientes.

Pero un sistema eficiente no sólo depende de los generadores, no hacemos nada con energía barata cuando no somos capaces de colocarlas en los puntos de demanda por consecuencia de una distribución ineficiente.

Desgraciadamente, el problema de la distribución y electricidad barata y gratis es un problema tan antiguo como la dictadura de Trujillo; y durante los gobiernos del presidente Balaguer, los multifamiliares que construyó durante sus mandatos, los exoneró del pago de los servicios, mentalidad que se hizo costumbre en la población.

En el primer gobierno del expresidente Leonel Fernández, como solución a la enorme crisis heredada, trató de capitalizar el sistema eléctrico con una participación del sector privado. Este proceso desde sus inicios fue boicoteado desde el propio partido de gobierno como por la oposición, porque sin dudas el joven presidente se había arriesgado a quitar fuerza a intereses que de alguna forma controlaban el sistema eléctrico nacional.

Hay que mantener los principios por los cuales se dividió la antigua CDE, que son: crear un mercado competitivo de electricidad que recompense la eficiencia, la buena administración y preste un mejor servicio a los usuarios; incorporar capacidad de gestión al sector eléctrico para aumentar la eficiencia y productividad del negocio eléctrico; aumentar la calidad y confiabilidad del suministro de electricidad; y crear un marco legal y normativo que permita el desarrollo de la industria eléctrica con el aporte del sector privado.

Todos los dominicanos son expertos en energía, con un problema ancestral todos tienen una opinión sobre el tema y no ha existido gobierno que no haya tenido el interés de resolver el problema eléctrico, pero los intereses políticos, la ausencia de coherencia en la toma de decisiones y el cambio constante de rumbo han hecho más que imposible la solución del mismo.

La creación del Ministerio de Energía y Minas ofrece la oportunidad de organizar el sector eléctrico, planificando y fortaleciendo el Organismo Coordinador con una cabeza capaz técnica eficiente. El rol de la Superintendencia de Electricidad debe contar con total independencia sin presiones políticas o empresariales. El papel de CDEEE, convertirse en una tenedora de las empresas propiedad del Estado.

La participación del sector privado ha sido siempre criticada. Pero el problema está en crear mecanismos de control y creer que la capitalización no ha dado importantes beneficios al Estado; es olvidar las grandes ganancias del Fonper, gracias a las empresas de generación capitalizadas.

Siempre he sido de la idea que transmisión e hidro deben permanecer en manos del Estado y en cuanto a la distribución convertirlas en empresas públicas, vender acciones a todo el que quiera, evitando un control mayoritario del Estado o del sector privado pero la gerencia, responsabilidad de la parte privada. Sobre Punta Catalina, un esquema parecido a las empresas capitalizadas, que inyecte recursos al gobierno y que finalmente en este sector podamos exhibir los logros que como país hemos alcanzado en otros sectores.

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