Antecedentes

La pasada semana se publicó el resultado del desempeño de la economía dominicana en el mes de abril, medido por la variación del Indice Mensual de Actividad Económica (IMAE), lo que provocó reacciones de gran optimismo en autoridades y expertos sobre las perspectivas económicas. En el citado mes, el IMAE creció a una tasa de 47.1% respecto a abril del 2020.

Las manifestaciones de optimismo se vieron reforzadas por un documento dado a conocer por una reconocida entidad financiera internacional. En este documento que circuló previo a la declaración de las autoridades dominicanas, se proyecta que la economía dominicana podría crecer a una tasa de 10 % en 2021.

Aspectos favorables

Diversos indicadores sustentan que la economía se encuentra en una fase de recuperación, particularmente impulsada por el desempeño del sector externo de la economía. Para el período enero-abril 2021/2020, las importaciones de materias primas y bienes de consumo aumentaron a tasas de 37.7 % y 15.2 %, respectivamente. Por otra parte, las exportaciones nacionales y de zonas francas también mostraron un buen desempeño, con tasas de crecimiento de 14.5 % y 31.0 %.

En ese período, las remesas del exterior tuvieron un comportamiento extraordinario aumentando en US$1,361 millones, 64.9 %. La cantidad de pasajeros no residentes en el país siguió recuperándose, aunque el acumulado al mes de abril seguía muy por debajo de la cantidad registrada en ese mismo lapso de 2020 y las recaudaciones del gobierno, aún después de descontar anticipos percibidos en este año pero que corresponden a otros períodos, han mostrado una saludable tendencia al crecimiento.

Pero, ¿Existe suficiente soporte técnico para compartir el optimismo de las autoridades y de los expertos que sostienen que la economía podría crecer a una tasa de dos dígitos?

Tratamiento metodológico

Antes de evaluar la afirmación anterior, debe hacerse notar que la estimación del crecimiento del 47.1 % que reflejó el IMAE, se calculó utilizando como referencia el mes de abril del pasado año, período donde estaban paralizadas o semiparalizadas una parte importante de las actividades productivas del país en 2020.

Pienso que por razones de rigurosidad profesional, debió destacarse esta particularidad y, por tanto, también ofrecer el cálculo referido al período más cercano que mostrara mayor similitud con condiciones de normalidad, pues, para el propósito, carece de sentido comparar resultados de períodos disímiles, excepto en su temporalidad.

La comparación del IMAE con el mes de abril de 2019, el más próximo y de mayor similitud con condiciones económicas normales, refleja un aumento de 3.4 %, muy distante del 47.1 % que dio lugar a las reacciones de optimismo sobre el futuro desempeño de las actividades productivas.

Mercado de trabajo y crecimiento

Para examinar las perspectivas de crecimiento para el año, se contraponen los resultados del IMAE con otros indicadores económicos vinculados al desempeño de las actividades productivas. En primer lugar, se analizan las condiciones prevalecientes en el mercado de trabajo y el desempeño económico del primer cuatrimestre de 2021.

En el período enero-abril 2021/2020, la cantidad de empleados promedio mensual que cotizaron a la seguridad social, como una proxi de lo que ha estado ocurriendo en el sector formal del mercado laboral, fue de 1,738,385 personas. Esto es, 191,392 personas menos, 9.9 %, que el promedio para ese mismo período de 2020.

A partir de estos resultados se puede concluir que el mercado de trabajo no está impulsando el crecimiento de las actividades productivas, pues la productividad de una economía, entendida como la capacidad de producir bienes y servicios por unidad de tiempo, no cambia de manera significativa de un año a otro.

La dotación de capital -maquinarias, equipos, tecnología- puede asumirse como fija para un período corto, en que no hubo proyectos que por su magnitud modificaran significativamente la productividad de una industria o sector. De igual manera, la productividad media del trabajador tampoco sufre cambios a corto plazo, por lo que la cantidad de horas-hombres trabajadas determinará el nivel de producción alcanzado y el valor agregado o producto bruto interno generado.

Si el número de cotizantes en enero-abril 2021 fue más bajo que enero-abril 2020, el nivel de empleo no puede explicar el desempeño económico positivo del IMAE y tampoco ser fuente de crecimiento futuro a corto plazo, hasta tanto el nivel de empleo no se sitúe por debajo de su mínimo previo a la crisis. Es notorio que la cantidad de cotizantes en la Superintendencia de Pensiones ha fluctuado de manera notoria en lo que va de año, caída en enero y recuperación en febrero y marzo, para volver a caer en abril, siendo el promedio mensual negativo respecto al promedio del primer cuatrimestre de 2020.

Demanda agregada y crecimiento

Al analizar las fuentes que impulsan el dinamismo de las actividades económicas desde la óptica del gasto, se observa que la masa salarial en enero-abril de los empleados que cotizan en la seguridad social, fue 0.5 % negativa respecto a la recibida en esos mismos meses de 2020, después de corregir los montos por la inflación promedio acumulada.

Más aún, los préstamos bancarios consolidados al sector privado se expandieron a una tasa de 4.0 % en términos nominales durante enero-abril 2021/2020. Luego de corregir la variable por la inflación acumulada en el período, el crecimiento fue negativo en 2.1 %.

Sobre la inversión privada, la única información disponible hasta la fecha es que las importaciones de capital aumentaron en US$310 millones en enero-abril 2021/2020 y en US$69 millones respecto al mismo período de 2019. Los datos anteriores sugieren que el gasto privado no pudo ser factor explicativo del crecimiento en enero-abril 2021, pues el aumento en la inversión, con los datos disponibles, no compensa la caída en el consumo. Cuándo iniciará su contribución, está pendiente de determinarse.

En enero-abril de 2021, el gasto del gobierno central cerró con un caída de 5.8 % en términos reales, respecto al primer cuatrimestre de 2020, impulsado por una reducción de 65 % en la inversión. Estos resultados confirman que la política fiscal tampoco aportó al crecimiento económico en los meses analizados y, dadas las metas de reducción de déficit planteadas en la Ley General de Presupuesto y la disminución del gasto corriente por efecto de la reducción en la ejecución de los programas sociales, tampoco podría ser un factor impulsor del crecimiento futuro en lo que resta del año.

Recapitulando

El análisis sugiere que el desempeño económico del primer cuatrimestre podría estar explicado esencialmente por el comportamiento positivo del sector externo: exportaciones, importaciones y remesas. Sin embargo, de estas últimas aún está pendiente entender las razones de su extraordinario desempeño y sus potencialidades en término de aportes, sobre todo, después que se agoten las ayudas a las familias otorgadas por el gobierno de Estados Unidos.

No obstante, el peso relativo del sector externo es muy pequeño para asegurar que la economía crezca a tasas de dos dígitos este año y será necesario que surjan otras fuentes que impulsen el crecimiento si se desea que la economía logre un comportamiento en forma de V, lo que significa que deberá crecer igual o superior al 6.7% de caída que registró en el 2020.

Del análisis precedente, parecería que el optimismo sobre un crecimiento económico de dos dígitos, está más próximo a una quimera que a una aspiración bien fundamentada.

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