Hacen dos meses suspendí temporalmente la publicación de mis artículos en el prestigioso periódico “elCaribe”, del cual fui en 1948 cuando salió por primera vez, su principal canillita con apenas 13 años de edad, en mi pueblo natal de Salcedo, Provincia Hermanas Mirabal, pero no he querido pasar por alto lo que significa para mí el “Día del Maestro”, a cuya labor llevo dedicado alrededor de 67 años.

El 30 de junio, el calendario nacional lo consagra como “El Día Del Maestro”, que desde la década del 1940 viene repitiéndose cada año, y cuyo origen tuvo su fundamento en que para esta fecha los alumnos culminaban el año escolar, y en este día recibían sus calificaciones que determinaban su promoción o repetición del grado en que se encontraban matriculados.

Hoy con las modificaciones hechas al calendario escolar, nos encontramos que el año lectivo, tanto en las escuelas públicas como particulares, concluyen antes del 15 de junio, por lo que ya es hora de que la comunidad educativa estudie la posibilidad de cambiar la fecha de esta efemérides destinada a honrar el consagrado hombre de la tiza y el borrador, la que debiera caer en pleno año escolar para que no hagamos actos u homenajes a la carrera, y de esa manera rendir tributo merecido a los miles de hombres y mujeres que se consagran a la difícil, pero ennoblecedora tarea de “enseñar al que no sabe”. Aunque, hay más penas que alegrías, en esta ardua labor, al profesor le satisface y gusta más que le llamen maestro, antes que Licenciado o Doctor que poseen muchos capacitados docentes.

La jubilación con sueldo completo como la consagró el Señor Hostos en su proyecto de reforma educativa de 1901, cuando en sus artículos 77 y 78 consignaba el retiro del maestro a los veinte años de servicios y cincuenta de edad, con el goce total de su sueldo mensual, es quizás una de las concesiones más justas a que es merecedor el maestro por su ingente y fecundo apostolado. Hoy día la situación del maestro ha cambiado favorablemente.

La mayor satisfacción que pueden sentir los maestros, con motivo de su día, es recibir la información de que el Estado Dominicano, no el Gobierno de turno, se empeñará por su capacitación y actualización docente; que se implementarán reformas serias y científicas a los niveles educativos donde ellos trabajan; que habrá estabilidad y permanencia en sus cargos; que se atenderán, sin demagogias, sus problemas sociales y de salud, incluyendo a sus familiares.

Aunque el espacio no me lo permite, quisiera incluir el pensamiento de grandes maestros como:

a) Simón Rodríguez, quien fuera maestro o tutor del Gran Libertador de América Simón Bolívar, con un claro pensamiento de la educación, de tal manera que en 1962 la UNESCO contrató al gran investigador francés Edgar Faure para rendir un informe para la educación y el mismo trajo casi totalmente el claro pensamiento de Simón Rodríguez.

b) De la gran poetisa chilena Gabriela Mistral quien escribió la enjundiosa poesía titulada: “Te bendigo maestro”.

c) Del gran poeta y libertador cubano Don José Martí, autor de la Emblemática frase; “Honrar, honra” y de su extraordinaria poesía “Cultivo una Rosa Blanca en junio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca, y para el cruel que me hostiga el corazón con que vivo, cardos ni ortigas cultivo; cultivo una rosa blanca”.

d) De nuestro extraordinario maestro Juan Vicente Moscoso, quien se molestaba cuando lo contrataban para impartir algunas clases y le preguntaban el precio de las mismas porque para él el premio mayor era el saludo que cuando se encontraba en la plaza pública se acercaba uno de sus alumnos, se quitaba el sombrero y lo saludaba con todo respeto.

Mis saludos y felicitaciones a los que desarrollan su sagrado ministerio en los más apartados rincones del país. Como homenaje de respeto les ofrezco el primer verso de la poesía “Bendición al Maestro”, del desaparecido e inteligente Profesor Carlos González Núñez que reza:

“Maestro, te bendigo por tu vida modesta, porque pones las almas de los niños de fiesta, y al sentir que mi alma hoy comulga
contigo, en el nombre de todos, Maestro: “Te bendigo”.

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