Señoras y señores:
Estoy firmemente convencido, al igual que mi madre, de que todo en la vida tiene un propósito profundo. En 1956, pocos conocían sobre la poliomielitis, y había médicos que sostenían que no se trataba de una enfermedad tropical.

Había una joven, de pequeña estatura, que aspiraba a estudiar Derecho. Sin embargo, tuvo que conformarse con estudiar secretariado, pues tanto su padre como su futuro esposo creían que el destino de las mujeres era el hogar y la crianza de los hijos. Quién diría que esa mujer, ante un suceso imprevisto, sería la arquitecta de un legado inmenso.

Si bien los primeros casos de polio en la República Dominicana se registraron en 1942, las epidemias más significativas surgieron en 1956 y 1959. Estos brotes alarmaron y sensibilizaron profundamente a nuestra sociedad.

La esperanza de encontrar cura para su hijo llevó a ese joven matrimonio primero a Nueva York, al prestigioso hospital hoy conocido como HSS, y posteriormente al centro fundado por el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, quien también padeció polio en su adultez.

El momento catalizador que precedió la fundación de la Asociación de Rehabilitación tuvo lugar en 1959 en el Club Rotario de lo que era entonces Ciudad Trujillo. Mi madre fue invitada a compartir su experiencia personal con la polio. Permitan resumir parte de sus emotivas palabras: “Ante ustedes no se presenta una experta en ningún campo. Nunca he pronunciado un discurso público. Mis humildes palabras se dirigen hoy a un distinguido conjunto de profesionales, líderes empresariales y visionarios de diversos campos. Les pido que recuerden que “Quien les habla es el corazón de una madre marcada por los designios inescrutables del destino. Una madre que, llevada por las circunstancias, se ha inmerso en los desafíos que enfrenta una parte dolorosamente afectada de nuestra humanidad”.

Vive aún en mi memoria su constante trajinar con carpetas repletas de documentos para la creación del que en sus inicios se llamó Centro de Rehabilitación de Inválidos. Para esta misión, contó con el apoyo del licenciado Herman Cruz Ayala, un destacado abogado que ayudó a concretar lo que parecía un sueño inalcanzable.

Las primeras reuniones se celebraban en nuestra residencia. Sin embargo, tuvieron que ser interrumpidas debido al tumultuoso año 1959, marcado por la expedición del 14 de junio. La tensión política era palpable y, para añadir más complejidad, nuestra casa estaba ubicada en la César Nicolás Penson, la misma calle que Trujillo. Pronto, vehículos del Servicio Secreto comenzaron a merodear, inquietos e indagando el motivo de nuestros encuentros. No se cancelaron, simplemente se mudaron al patio de la librería de Don Julio Postigo, convirtiéndose en citas casi clandestinas.

A pesar del adverso clima político, el proyecto de la Asociación de Rehabilitación perseveró con un doble propósito: asistir a aquellos afectados por la polio y promover campañas de vacunación.

Mi padre, Constantino Marranzini, retomó la conferencia de mi madre en el Club Rotario. En 1962, lograron traer al país al Secretario General de las Industrias de Buena Voluntad. Esta visita avivó el entusiasmo de voluntarios, conduciendo a la creación de la Asociación de Rehabilitación de Lisiados. Más adelante, se lograría la visita de la Sociedad Internacional de Rehabilitación, que con el tiempo evolucionaría en Rehabilitación Internacional.

El 3 de abril de 1963 marca la fundación oficial de la Asociación. Esa significativa acta fue suscrita por ilustres personalidades como Mary Pérez de Marranzini, Manuel V Ramos, Julio Postigo, Rafael Sánchez Cabrera, Miriam Lebrón de Ramos, Euribíades de Moya Cáceres, Constantino Marranzini, Johannes Meijer, Wendy McLean, Juan Ostreicher, Héctor Porcell Peña y Herman Cruz Ayala.

Los inicios fueron modestos, realizando los primeros trabajos en un reducido local, antiguamente del Partido Dominicano, en la actual Padre Castellanos. Aquel espacio contaba apenas con una mesa para terapias y rudimentarios medios para calentar los paños necesarios.

En ese mismo año, por decisión del presidente Donald Reid Cabral y en cumplimiento de un decreto del expresidente Juan Bosch, se donaron los terrenos del antiguo Aeropuerto General Andrews, ubicación de la actual sede central de Rehabilitación.

También 1963 vio una nueva y severa epidemia de polio. Las autoridades de Salud Pública empezaron a usar la vacuna inyectable de Jonas Salk, pero el gran impulso a las campañas de vacunación fue la vacuna oral del Dr. Albert Sabin, quien en dos oportunidades participó personalmente en las campañas que se desarrollaron en el país.

En 1965, nuestro país enfrentó La Guerra de Abril, lo que trajo consigo la ampliación de nuestros servicios para atender a amputados.

En 1967 es cuando se inaugura la infraestructura donde nos encontramos en este momento. Aún resuenan en mi memoria los esfuerzos de doña Consuelo de Alsina, doña Fidelina Thorman, doña Leonor Reinhold y doña Vicenta Peignan, así como las iniciativas solidarias del recordado Freddy Beras Goico.
Ese mismo año, surge la primera filial en Puerto Plata, gracias al matrimonio Gómez, movidos por la situación de su hijo Bayardo.

En 1968, bajo el liderazgo del Dr. Jordi Brossa, iniciamos el programa de Educación Especial. Hoy, contamos con más de mil estudiantes distribuidos en siete planteles, con un subsidio significativo de Rehabilitación en su matrícula.

En 1971, una gran epidemia de polio nos llevó a colaborar más estrechamente con las autoridades. El presidente Balaguer donó un local necesario para el internamiento de los niños, y las Fuerzas Armadas ayudaron en su remodelación. La comida y otros recursos provenían de donaciones.

También en 1971, dimos inicio al programa de inserción laboral. Este proyecto contó con el apoyo de la Embajada Británica y Multiquímica. Valoramos el esfuerzo actual del Ministro de Trabajo, Luis Miguel DeCamps, en este ámbito.

Hoy, sesenta años después, hemos crecido exponencialmente, contando con 35 centros distribuidos en diversas provincias y municipios del país. Nuestra sede principal se encuentra en la Leopoldo Navarro esquina Mary P. Marranzini.

Los logros de seis décadas no se alcanzan en un día. Es el resultado del esfuerzo colectivo de incontables individuos, instituciones gubernamentales y empresas que han dedicado tiempo, esfuerzo y recursos valiosos.

Hoy, con 60 años de servicio ininterrumpido, hemos atendido a 1,342,806 pacientes, brindando más de 21 millones de servicios en distintas áreas de tratamiento. Este 2023, proyectamos alcanzar una cifra récord de 1,550,000 atenciones. Es cierto, quienes trabajan día a día conmigo podrían afirmar que siempre busco lograr más, fue algo que aprendí en mi hogar, donde el compromiso era –y sigue siendo– que ningún ciudadano quede sin atención.

A lo largo de estas seis décadas, hemos enfrentado retos económicos. En los albores de Rehabilitación, se temió por su supervivencia ante la falta de RD$300. Aunque empezamos con un presupuesto de RD$20,837 en 1963, hoy manejamos RD$1,034 millones.

El 2020, año marcado por la pandemia global, planteó serias dudas sobre la continuidad de nuestros servicios. Agradezco el crucial aporte de RD$10 millones de pesos de la presidencia en el mes de marzo y Senasa que siguió cumpliendo el acuerdo que tenemos entre ambas instituciones. A pesar de las circunstancias adversas, cumplimos con nuestro compromiso y servicios.

Los apoyos gubernamentales han sido esenciales en nuestra trayectoria. Mi madre solía destacar la generosidad del Presidente Balaguer hacia Rehabilitación. Recientemente, al observar una foto histórica, reflexioné sobre la continuidad de este apoyo, desde Balaguer hasta Abinader. El primero aportando su primer cheque en 1966 y gracias a la buena voluntad de la pareja presidencial, en agosto de 2020, en medio de la pandemia, aumentaron nuestro presupuesto en RD$40 millones de pesos, un gesto que siempre valoraremos.

Mirando hacia el futuro, Inés Aizpún, directora de Diario Libre, me cuestionó sobre la sustentabilidad de instituciones sin fines de lucro. Respondí que nuestra visión se diferencia de muchas ONGs. Somos una entidad sólidamente estructurada. Nos enorgullece nuestra robusta gobernanza, reflejada en el reciente cambio de identidad visual y la renovación de nuestra estrategia comunicativa, bajo la experticia de Juan Carlos Fernández.

Es esencial seguir capacitando a nuestro personal, fortalecer alianzas con universidades locales e internacionales, y aumentar los aportes en equipamiento. Gracias a colaboraciones, como las de la Fundación Walkabout y 2FT Prosthetics, seguimos avanzando en tecnología y servicios. La Embajada Japonesa, con su donación de un moderno robot, potencia nuestro alcance en la fabricación de prótesis.
Contamos con sistemas de gestión avanzados, como SAP y CRM, y pronto implementaremos un moderno sistema de citas para una comunicación más eficiente con nuestros pacientes.

Nuestros sueños y aspiraciones no tienen límites. Visualizamos que nuestra actual unidad quirúrgica evolucione para convertirse en un referente en el área, con profesionales médicos formados en los más renombrados hospitales de Estados Unidos y Europa. Aspiramos a poseer instalaciones de vanguardia para terapia física y ocupacional. Pero, más allá de eso, soñamos con un avanzado centro de imágenes médicas que trascienda los servicios actuales de rayos X, electromiografía y sonografía.

Para expandir nuestra cobertura y alcanzar estos sueños, confiamos en el apoyo continuo del Sr. Presidente y todo el gobierno. Valoramos inmensamente la colaboración del sector privado. Recientemente, la Fundación AES nos obsequió con una generosa donación de RD$25 millones para nuestra filial en Boca Chica. Próximamente, expandiremos nuestros horizontes hacia Neiba y gracias al aporte presidencial, ampliaremos nuestras filiales de Barahona y Cotuí. Somos el testimonio vivo de que cuando hay voluntad y esfuerzo, sí es posible lograr grandes cosas.

No puedo dejar de mencionar al Banco Popular. Este acto de conmemoración de nuestros 60 años ha sido posible gracias a su significativa contribución y esperamos, como siempre, seguir contando con su respaldo.

En esta celebración, no podemos olvidar a esa mujer menuda a quien hice referencia al inicio que, aunque su edad no le permite estar presente, sigue transmitiendo su fortaleza, determinación y espíritu, pues como quiera tiene días que pide que la lleven a su querida Rehabilitación. A sus 97 años, ha legado una monumental obra, y lo hizo sin dejar de ser una extraordinaria esposa, una madre incomparable, y una devota abuela y bisabuela. Recuerdo cuando su querido hermano Celso comentó que ella podría haber sido una gran empresaria, a lo que ella replicó: “Lo he sido, pero al servicio de los más necesitados”.
¡Muchas gracias!

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