Esta semana se conoció el informe de la Oficina Nacional de Defensa Publica (ONDP) titulado “Condiciones de Detención y Prisión 2022”, el que a lo primero que induce es a apelar a la conciencia de toda la ciudadanía por las condiciones infrahumanas de las cárceles, en las que cada detenido, en la mayoría de los casos, es un drama humano que tiene pocos o ningún doliente.

En la actualidad, según este informe, hay 22 centros del nuevo modelo y 19 del modelo tradicional, en los que hay una población interna de 25,711 reos, cuando su capacidad es para solo 15,643 personas, lo que indica que la tasa de hacinamiento supera el 64%.

Un dato al margen es que de la totalidad de internos 661 son mujeres y 702 adolescentes.

Espantosa es la situación en la cárcel de La Victoria, que a pesar de haber sido construida para 2,103 personas, al momento del levantamiento tenía 7,625 internos.

La Defensa Pública reporta que el hacinamiento también es latente en las cárceles de Baní Azua, San Juan de la Maguana y Barahona. Y en cuanto a las de Salcedo, Nagua y Samaná no hay “una verdadera separación entre hombres y mujeres”.

El otro gran problema es el de los presos preventivos, para lo cual recordamos lo revelado el Día del Poder Judicial por el presidente de la Suprema Corte (SCJ), Luis Henry Molina, de que hay más de 16,000 presos sin juicio ni condena, casi las dos terceras partes de la población carcelaria.

Es como que el sistema se olvida de los detenidos, sobre todo de los pobres y vulnerables, y los amontona en las prisiones.

Poco se puede esperar de un país que no humaniza sus cárceles. Esa cantidad de presos sin condena firme y otros que siguen encerrados por carecer del dinero para su fianza, tienen escasas posibilidades de reinserción social.

Como siempre, los informes sugieren soluciones, como lo hace la Defensa Pública, y citamos algunas con la esperanza de que no sean letra muerta:

Dotar de personal médico suficiente, personal psiquiátrico, odontológico, y ginecólogo para las mujeres. Reubicar a las mujeres recluidas en Nagua, Samaná, Salcedo y Monte Cristi, por su cercanía con las áreas masculinas.

Implementar efectivos programas de reinserción social para los menores, mejorar la alimentación, brindar oportunidades laborales, y que el control de visitas no sea vejatorio para las mujeres.

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