Durante la semana pasada hubo varias situaciones negativas y mentirosas que trascendieron hasta en medios impresos, y que fueron amplificadas por ciertas ‘’personalidades’’. Se trata de hechos que más bien debieran llamar la atención ante la necesidad de reivindicar el ejercicio de un periodismo ético y al servicio de la verdad.
Nos referimos a temas perfectos para el morbo y el “choteo” en las redes sociales, que no aportan nada a la creación de conciencia ni a modelar las conductas de la población.
Se desarrollaron episodios que dañaban el nombre y la integridad personal de figuras públicas, que se vieron lesionadas por el abandono en la profesión de criterios básicos, de reglas de oro del buen periodismo.
Resulta preocupante, peligroso y equivocado a la vez, que ‘’personalidades’’ y medios compartan informaciones inexactas o maliciosas desde la posición de confianza ganada ante el público, porque las revisten de autoridad.
A donde nos llevan situaciones de esa naturaleza es a adentrarnos en un terreno en el que al meme se le da la categoría de noticia y en el que se despachan hechos rápidamente con un “tui”, sin verificar ni contrastar.
Aunque se supone que ya es parte de una carrera por concitar interés, por ganar tráfico en las redes y lectoría, en la práctica el resultado es dar pábulo a la superficialidad, al rumor y al sensacionalismo.
En este punto elCaribe desea suscribir, comprometido con un periodismo al margen de apasionamientos que contaminen la noticia y lejos de tomar partido por intereses ajenos a la profesión, lo que expresó recientemente el intelectual Ignacio Ramonet en el Palacio Nacional durante el lanzamiento de un Diplomado de Periodismo Ético: “Los periodistas están al servicio de la verdad y deben establecer una clara diferencia entre los hechos y las interpretaciones”.
En pocas palabras, el papel que asumimos, a costa de cualquier beneficio baladí, es crear conciencia, impulsar políticas sostenibles y jamás rendir pleitesía a lo negativo ni a lo embrutecedor.
