El Foro Económico Mundial, que usualmente se celebra en la ciudad de Davos, Suiza, con asistencia de líderes políticos, económicos y empresariales de todo el mundo, comenzó el pasado lunes con una agenda complicada, sin muchas expectativas de que se proyecten vías de solución.

Todos los años se reúnen los más ricos del planeta para tratar asuntos que les interesan y seguramente intentarán abordar cuestiones como el conflicto de Ucrania, la guerra en Gaza y el aumento de otros focos de tensión geopolítica.

Para la mayoría de la población mundial, de esa cita de las élites económicas saldrán pocas decisiones que cambien el rumbo de su suerte; lo demuestra el informe que tradicionalmente presenta para esta fecha la ONG Oxfam, que deja ver cómo la brecha entre ricos y pobres se agranda.

Su informe sobre la desigualdad, que se publica tradicionalmente antes de inaugurarse el foro, establece: “La riqueza entre los ultrarricos aumentó de 405,000 millones de dólares en 2020 a 869,000 millones el año pasado. Sin embargo, desde 2020, casi cinco mil millones de personas en todo el mundo se empobrecieron”.

Aun así, la cumbre de Davos no deja de ser un buen escenario para nuestros países, lo cual se evidenció con la participación en 2022 del presidente Abinader, cuando la experiencia del país fue tomada como modelo y punto de referencia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) por la forma de enfrentar el COVID-19, lo mismo que la rápida recuperación del turismo.

Este 2024, lo mismo que en 2023, la representación dominicana la ostentará la vicepresidenta Raquel Peña, que participará como panelista en la sesión “Un momento clave para Latinoamérica” que intercambiará estrategias para aprovechar mejor el capital humano, natural y económico del continente, y en un diálogo entre mujeres líderes políticas sobre la inteligencia artificial.

Casi nunca coinciden los intereses de los países ricos con los de naciones emergentes como la nuestra, pero Davos es siempre una oportunidad para que los líderes más poderosos del mundo se vean cara a cara e intercambien, y para que los estados menos favorecidos se hagan escuchar, den a conocer sus problemas y reclamen un lugar justo en el concierto de las naciones.

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