Hoy la tradición nos convoca a la Nochebuena, cuando las familias se juntan para celebrar la Navidad. Una magnífica oportunidad para reafirmar afectos y en algunos casos para renovar, estrechar o profundizar lazos con nuevos o viejos amigos.

Es también el encuentro principal de fin de año en el que se da gracia por el tiempo vivido y por el porvenir.

Esta vez, sea en el encuentro de esta noche, o en la celebración de mañana del Día de la Navidad o la Natividad de Jesús, 25 de diciembre, pasamos por uno de los momentos más difíciles vividos por la humanidad, una pandemia que apenas permite comparar el referente más lejano, la pandemia de 1918, durante la cual muchas regiones del mundo sufrieron angustias parecidas.
En este 2020, hemos visto morir 1,700,000 mil seres humanos, y seguimos con mucho pesar contando. Más de 78.4 millones han sido contagiados por la COVID-19, y aunque nos hemos acercado a las primeras luces que representan la aparición de varias vacunas, todavía no podemos hablar de tiempos mejores.

Las economías de la mayoría de los países han sido arruinadas, y todavía muchas naciones no encuentran cómo reencauzar sus aparatos productivos. Millones de empleos perdidos y millones de personas que pasan a la pobreza crítica.

En este 2020 las diferencias se han ensanchado dramáticamente. Naciones que habían avanzado en la lucha contra la pobreza, que alcanzaron el umbral del desarrollo económico medio, se ven regresar a lugares inciertos.

El Producto Interno Bruto dominicano habrá decrecido al término de este año por alrededor de un -9%, y reponernos de esa situación no será fácil.

Sin embargo, hay que confiar en el porvenir. En los días que nos aguardan en el 2021, cuando habrá que aunar esfuerzos para avanzar con grandes pasos para tratar de disminuir los daños.
Ahora, cuando llegan las horas de los reencuentros con poco que celebrar por un año tan difícil, será más necesaria que nunca la moderación. Asimismo, practicar el espíritu solidario con los más golpeados por la crisis desatada por la pandemia. A nivel colectivo desde el Estado y en el plano individual, tendiendo la mano a quien menos pueda.

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