Podría invocarse, como se hizo, el Convenio 189 de la OIT que exhorta a los Estados firmantes a disponer en su legislación nacional medidas que protejan al trabajador doméstico; pero ni mediante tres resoluciones emitidas para dignificar su labor se ha podido avanzar siquiera un poquito hacia su formalización.

En su momento lo advirtieron conocedores de la realidad del trabajo doméstico y algunas dirigentes de las menos apasionadas asociaciones que las representan.

Todavía hoy, transcurridos tres meses de la firma de la Resolución 14-2022 del Ministerio de Trabajo con medidas atinentes al cumplimiento del Convenio 189 de la OIT se pretende seguir en línea recta, pero se desconoce que la realidad demuestra cuán difícil es su aplicación práctica.

En el lapso desde su publicación hasta hoy no hay constancia de que se haya intervenido más de un solo contrato entre la doméstica y su empleador, cuando el universo que se dijo pasible de ser formalizado
era de aproximadamente 250 mil trabajadoras.

Entre las trabas principales es obvia la rutina, la idiosincrasia de este tipo de relación imposible de condensar en una resolución y el hecho de que se requiere, para la contratación y posterior inscripción en el sistema de seguridad social, la presencia física tanto en el Ministerio de Trabajo como en la Tesorería de la Seguridad Social, en vez de una vía más expedita como podría ser en línea.

Aunque moleste a algunos que se hable de fracaso, el hecho concreto es que no han sido registrados contratos, o talvez uno o dos, aunque el Ministerio de Trabajo se niega a ofrecer el dato. Lo recomendable es que se replantee el tema de la formalización del trabajo doméstico, que se rediscuta y se explore un camino más práctico.

Estamos ante un hecho trascendente, porque protege y da seguridad a gente que, pese a su inocultable presencia y a su importancia, había permanecido olvidada.

Manos a la obra; si fuese necesario, borrón y cuenta nueva. No se puede seguir dejando a su suerte o rescatar únicamente en apariencias, a un sector que tiene una profunda incidencia en la vida familiar.

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