La Feria Internacional del Libro Santo Domingo (FILSD), quizás el más importante acontecimiento cultural del país, se inauguró el pasado jueves, con una gala en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito.

La lectura como forma de aprender y entretenerse, también para informarse, interesa cada vez menos a determinados segmentos juveniles, pero merece la pena promoverla, incluso a través de dispositivos digitales como laptops, celulares o tabletas, que son más atractivos para las nuevas generaciones.

Lo que tiene de especial cada feria del libro es que por unos días la población se interesa por la lectura, visita estanterías instaladas especialmente, conoce en persona a escritores nativos y extranjeros, y hasta fomenta el hábito de la lectura, que no se puede imponer a nadie. “Leer –decía el escritor argentino Jorge Luis Borges- es una forma de la felicidad, y no se puede obligar a nadie a ser feliz”.

La edición de este año, que se desarrollará en la Plaza de la Cultura hasta el 17 de este mes, está dedicada al escritor y Premio Nacional de Literatura, Mateo Morrison, y tendrá como invitada de honor a la comunidad de Washington Heights, que alberga la mayor concentración de dominicanos en la ciudad de Nueva York.

Según la ministra de Cultura, se trata del “acto más revolucionario, más democrático y más popular” que se presenta al público, y que reúne “lo mejor del pensamiento, del mundo editorial y de la industria del libro”.

Con el lema “Los libros conectan”, las más de 600 actividades de la feria incluirán la participación de representantes de 242 sellos editoriales y decenas de distribuidores locales, 130 presentaciones de libros y de autores destacados, exposiciones, conversatorios, proyecciones, talleres y recitales poéticos.

Los que peinan canas y tuvieron la suerte de asistir a escuelas a cargo de maestras y maestros enamorados de los buenos libros, adquirieron la costumbre de leer y saben que cada libro es una puerta abierta a infinitos caminos que nutren la imaginación, que enseñan sobre las diversas culturas, ayudan a conocer el pasado de la humanidad y a prever mínimamente el futuro, pero, sobre todo, es una invitación al goce de la belleza.

Quiera Dios que esta feria, en su XXVI versión, signifique un incentivo para que los más jóvenes para transiten esos mismos caminos que evocan y añoran los de más edad.

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