La ley 108-10

Andrés Dauhajre hijo escribió el lunes un análisis sobre la industria del cine al influjo de la ley 108-10 para el Fomento de la Actividad Cinematográfica, bajo el título “La risa más cara del mundo”.

Andrés Dauhajre hijo escribió el lunes un análisis sobre la industria del cine al influjo de la ley 108-10 para el Fomento de la Actividad Cinematográfica, bajo el título “La risa más cara del mundo”.

Tal y como Dauhajre observa, la ley estaba orientada a impulsar el cine como una de las expresiones artísticas del ser humano, dirigida a promover la cultura, vale decir, el folclor, la literatura, la historia y las más diversas expresiones del arte popular o nacional, lo mismo que la gracia y los encantos de una tierra tan diversa y bella como la dominicana.

Ese enfoque concuerda perfectamente con la misión del Estado de promover los derechos y valores culturales de los dominicanos, tal y como se prevé en la Constitución.

La realidad ha sido que la inmensa mayoría de las producciones cinematográficas se ha orientado hacia el humor, con escasa aportación al acervo cultural o a la memoria histórica de la Nación.

Desde ese punto de vista, el fin estratégico de la ley no ha sido alcanzado. Pero debe reconocerse que ha dado lugar al desarrollo de una industria comercial de una gran vitalidad, con la implantación de infraestructura para el cine, que ha permitido la creación de empleos, el impulso de capacidades en el área y la generación de riquezas.

El régimen de exención de la ley 108-10 impulsó la industria, y siendo así no tiene razón de ser que continúe como ahora. El sacrificio fiscal es de más de RD$1,000 millones al año.

Dauhajre propone una reforma a la ley que elimine ese régimen de exenciones, y se instituya un Fondo para el Fomento de la Industria Cinematográfica, de RD$250 millones para producciones de calidad, orientadas a la preservación de los valores históricos, culturales y sociales.

Ese fondo sería manejado por un patronato que podría también recibir contribuciones de las grandes empresas industriales, comerciales, financieras y de telecomunicaciones, que deducen el 100% de lo que deben pagar a la DGII para invertirlo en comedias cinematográficas.

La propuesta de Dauhajre no sólo merece ponderación. Debía ser acogida por el Estado y así dejaríamos atrás la ley de las comedias.

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