Se cumplen hoy 184 años desde aquel 16 de julio de 1838 cuando en la casa número 255 de la Arzobispo Nouel de la Ciudad Colonial, entonces calle del Arquillo y que luego se llamó Santo Tomás, Juan Pablo Duarte dejó formada la Sociedad Secreta La Trinitaria, compuesta de grupos de tres, de ahí su nombre, y bajo el amparo de la Santísima Trinidad con el lema: Dios, Patria y Libertad.

En esa reunión Duarte proclamó que entre dominicanos y haitianos no hay fusión posible. “Somos y seremos dos pueblos diferentes. Nuestro destino es ser independientes, absolutamente independientes”, afirmó.

Dos pueblos diferentes, sí. Muy dispares, por lo que José Gabriel García justificaba que era imposible la indivisibilidad política de la isla consignada en la Constitución haitiana.

“… debiendo el pueblo haitiano su origen al triunfo sangriento de la raza africana sobre las otras razas que poblaban la parte francesa, no podía encontrar en el pueblo dominicano, que deriva el suyo del cruzamiento natural y espontáneo de los descendientes de los conquistadores europeos con todas las familias del linaje humano, puntos de semejanza…”, afirmaba el insigne historiador en 1883.

Por esa disparidad de origen fue que la idea separatista de Duarte encontró eco en todas las clases sociales dominicanas.

Esa convicción fue sellada con la sangre que dio origen al juramento trinitario: “En el nombre de la Santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana”.

Esta ocasión se presta para reivindicar y loar a los padres fundadores y a todos los que a lo largo de nuestra historia han mantenido encendida la antorcha de la dominicanidad.

Honrar y recordar a Juan Pablo Duarte y a los trinitarios por su sacrificio, es recordar a verdaderos dominicanos, es contribuir a que este pueblo no se olvide de su esencia ni se distancie de su identidad.

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