Cada 30 de mayo la República Dominicana conmemora un hecho histórico y trascendental y celebra el fin de una era de oprobio, de opresión y de terror que se abatió sobre una población puesta a merced de los intereses y caprichos de un sátrapa.
Un día como hoy un grupo de conjurados puso fin a ese tirano que por 31 años se apoderó de las instituciones, con la complicidad de ciertos sectores y de las grandes potencias, que miraban para otro lado mientras aquí se sometía a la población a la pobreza, a la más rígida censura y al temor generalizado.
En un punto de la hoy Avenida 30 de Mayo el auto en el que iba Rafael Leonidas Trujillo, que llegó al poder en 1930 y se mantuvo hasta el 30 de mayo de 1961, fue emboscado y ajusticiado a plomo, de la misma manera que mandó a quitar la vida a cientos de miles de personas para perpetuarse en el poder.
Fue un ajusticiamiento, y además la única forma de terminar con un régimen que había cometido tantas tropelías contra el pueblo dominicano, entre las que figura una cruel y despiadada que constituyó el principio de su final: el asesinato de las hermanas Mirabal.
Las heridas que Trujillo y sus descendientes le han infligido a este pueblo todavía no están cerradas y su sadismo aún gravita en la historia dominicana como parte del prolongado deshonor que generan las tiranías; sin embargo, desde entonces la República Dominicana ha vivido un despertar que la encamina por los senderos de la democracia, con altibajos, pero con la convicción de que otra dictadura como esa es impensable para este país.
Todavía quedan rémoras de ese pasado, gente que, presa de una confusa nostalgia rememora esas épocas oscuras con datos falseados como que en ese tiempo se dormía con las puertas abiertas, las escuelas funcionaban porque no había huelgas –cuando en realidad la mayoría de la población era analfabeta y los crímenes no se publicaban- mientras una élite gozaba de todos los privilegios y el resto apenas sobrevivía.
Aquel ajusticiamiento ejecutado hace 64 años fue una reivindicación de la vocación de libertad del pueblo y una manera categórica de reafirmar que nunca más una tiranía semejante tendrá lugar en la historia de esta patria.