La segunda fase del operativo “Conciencia por la Vida Navidad y Año Nuevo 2023-2024” comienza a partir de este sábado 30 de diciembre, aunque algunas entidades empezarán a movilizarse desde hoy viernes.

Con un despliegue similar al de las pasadas Navidades, que incluirá más de 46,000 voluntarios en todo el país, con 570 ambulancias, localizadas en puntos claves, 5 camiones de extracción vehicular, 71 unidades de rescate vehicular y 19 talleres móviles, el propósito es que las fiestas del Año Nuevo transcurran de la manera más segura posible.

Sin embargo, estos festejos son diferentes de los de la Navidad, que para la mayoría de la población es una reunión familiar y de reencuentro con un carácter más bien religioso, mientras que para recibir el año los excesos son mucho mayores.

A la cantidad de espectáculos bailables, actuaciones de cantantes y grupos musicales en discotecas y lugares públicos, se suma un mayor consumo de alcohol, más desplazamientos en vehículos, sobre todo en las tristemente célebres motocicletas que circulan sin control, a veces con más de tres pasajeros encima, por lo que la posibilidad de accidentes viales aumenta.

No es la cantidad de efectivos en los operativos de prevención lo que pueda garantizar una reducción de los accidentes, intoxicaciones alcohólicas y alimentarias y otros hechos lamentables durante la fiesta de Año Nuevo.

Lo que se necesita es cambiar la cultura respecto de esas celebraciones, que tal vez debiera comenzar por la educación, con campañas para crear conciencia de que se trata de fechas para festejar en familia, no para atosigarse de comida y beberse todo el alcohol que aparezca a la mano.

Habría que sumarle un control más efectivo de las motocicletas, con un registro que implique sanciones más duras o directamente el secuestro ante la más mínima infracción de tránsito, lo que debería hacerse también con los carros.

Debieran establecerse también controles de alcoholemia, que en este país son inexistentes, pero hay que partir de que nada de esto funcionará si no cambia la educación, si no se trabaja en modificar la cultura de las fiestas.

Solamente así el informe de cada operativo dejará de ser un conteo casi macabro de muertes en las carreteras en las que estarán mayormente involucradas motocicletas, riñas e intoxicaciones alimentarias y alcohólicas hasta de menores de edad.

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