Por Honduras

Honduras vive horas angustiantes después del 26 de noviembre, cuando se celebraron las elecciones presidenciales. Desde entonces han sido asesinadas más de treinta personas, más de un millar de detenidos y decenas de heridos durante las protestas contra los resultados electorales que la Alianza de la Oposición Contra la Dictadura considera fraudulentos.

Honduras vive horas angustiantes después del 26 de noviembre, cuando se celebraron las elecciones presidenciales. Desde entonces han sido asesinadas más de treinta personas, más de un millar de detenidos y decenas de heridos durante las protestas contra los resultados electorales que la Alianza de la Oposición Contra la Dictadura considera fraudulentos.

De acuerdo a las informaciones provenientes de ese país, el ejercicio de los derechos humanos se ha deteriorado a causa de la represión de las manifestaciones contra los resultados electorales.
A la inseguridad a consecuencia de la criminalidad habitual se agrega ahora la provocada por la inestabilidad política ante unos resultados electorales en los que no existe un claro ganador, aunque el Tribunal Supremo Electoral ha favorecido a Juan Orlando Hernández, el presidente reeleccionista que según los cómputos originales apareció perdiendo con una diferencia de más de un 6%.

Aunque Estados Unidos se adelantó en declarar a Hernández como ganador y planteó el cese de las manifestaciones, la comunidad internacional no debe necesariamente aceptar esos hechos cuando aparentemente ha habido una manipulación de resultados. La forma como el Tribunal Electoral manejó el proceso después de las votaciones sugiere una falta de transparencia que empaña ese certamen.

En ese panorama, tiene sentido la sugerencia del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) Luis Almagro, de que se celebren nuevos comicios.

El gobierno rechazó la idea, pero la realidad es que la situación caótica amerita una normalización y la celebración de nuevas elecciones puede ser la mejor salida. Que las urnas decidan claramente entre Hernández y las fuerzas opositoras y su candidato Salvador Nasralla.

Lo otro, sería extender la inestabilidad y la progresiva violencia, con los saldos sangrientos que estamos viendo.

La región no necesita más ingredientes de inestabilidad.

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