La violencia estalló en las calles de Puerto Príncipe y otras ciudades haitianas, como para recordar que la misma forma parte de una realidad circular que no termina en la vecina nación.

Entristece que esté ocurriendo, y resulta inevitable sugerir que esta vez se suma a escenarios de confrontación no muy lejanos, como hemos visto en Nicaragua. Allá, todo se originó con una decisión administrativa que modificaba los términos contributivos del sistema de la seguridad social. En Haití en rechazo a un desproporcional aumento de los precios de los combustibles. Un salto incomprensible para una nación con más de un 60% de la población sumida en la miseria extrema.

Como si no supiesen en el terreno en que habitan, las autoridades se llevaron del Fondo Monetario Internacional (FMI) y dispusieron aumentos de un 37% en el precio de la gasolina; de un 40% en el gasoil, y más de un 50% en el querosén, el gas utilizado para las lámparas que alumbran las viviendas de los sectores más deprimidos.

No consideramos qué tan justos o injustos puedan ser esos ajustes. La cuestión es un país que ha vivido en base a altos componentes de donaciones internacionales de todo tipo, que se acrecentaron tras el terremoto de 2010. No se le puede venir con medidas de esa naturaleza. La gradualidad, de la que mucho se sabe en República Dominicana, podría ser una clave.

De todos modos, la rebeldía desatada no puede verse de manera aislada. Habría que considerar todos los ingredientes que motorizan esa reacción. Es también el drama de Nicaragua, donde el detonante tampoco explica el mal de fondo.

Obsérvese que las autoridades de Haití rápidamente dejaron sin efecto los aumentos, pero las manifestaciones violentas continuaron. Habría que esperar que cesen y vuelva la normalidad. No sería deseable que la inestabilidad se anide demasiado tiempo.

Los dominicanos deben seguir con atención estos hechos, y no solamente desde la perspectiva de la “seguridad fronteriza”.

Nadie sabe cuán importante puede ser el grado de irritación social hasta que no haya un factor detonante.

Lamentamos todo esto con la esperanza de que la paz se restablezca pronto.

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