El cáncer. Esta palabra nos conmueve y su aparición nos produce un torbellino de emociones. Una reacción normal y muy humana. Recuerdo que en una ocasión conversando con un amigo que había participado en combates, este se hizo una pregunta: “¿Quien no ha sentido miedo?” Empero, debemos sobrepasar esta reacción inicial y por demás humana, buscando un equilibrio interior, hasta conseguir estar en paz con nosotros mismos. Es bueno reflexionar sobre nuestras vidas, de las cosas buenas y no tan buenas que nos han ocurrido. Debemos pensar en aquellas acciones nuestras que pudieron perjudicar a otros. Siempre hay tiempo para enmendar lo ocurrido diciendo “lo siento” a la persona, si fuera posible, o dentro de nosotros mismos.

Establecido un cierto estado de equilibrio o quietud, debemos concentrarnos en establecer una relación más humana con nuestros médicos. Después de todo, ellos tienen el objetivo inapreciable de salvarnos la vida. No se debe cometer el error de pensar que ellos están ahí para brindarnos un servicio, como tantas otras personas. He tenido la bellísima experiencia, que después de una relación de años, mi cirujano oncológico, hijo de madre tailandesa y padre norteamericano, y que aparentaba ser bastante frio, me dijo en medio de una situación muy comprometida:”Yo haré todo y un poco más, pues Ud. no es un paciente normal y corriente para mi’.

Después de haber comentado sobre la parte humana, hablemos un poco de los adelantos médicos. Naturalmente, las técnicas quirúrgicas han avanzado muchísimo, así como los tratamientos para curar o evitar una nueva ocurrencia de la enfermedad. No soy médico, ni deseo jugar a serlo. Como lego en la materia, yo entiendo que la quimioterapia ataca las células de rápido crecimiento, cada vez discriminando mejor entre las células sanas y las cancerosas. La inmunoterapia, que cada día se aplica con más éxito, intenta movilizar al sistema inmunológico para defender nuestro organismo de la enfermedad. Sus efectos secundarios son bastantes mas benignos que los de la quimioterapia. Desde el punto de vista de lo que un paciente puede experimentar una resequedad que puede afectar la piel, los ojos y la boca. Este efecto puede ser contrarrestado con hidratación y con cremas y gotas humectantes para la piel y los ojos. Un síntoma muy extendido es la fatiga. Para personas acostumbradas a ser muy activas esta reacción puede resultar frustrante. No obstante, debemos pensar que es mejor vivir, con fatiga, que no vivir. Finalmente, estos tratamientos afectan las vías digestivas.

Quien escribe estas líneas ha sobrepasado el cáncer en cuatro ocaciones en los últimos 12 años, gracias, y esto debe ser repetido constantemente, a que todos fueron detectados a tiempo.

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