Parece mentira que un organismo que se mide en nanómetros, o sea, en la millonésima parte de un milímetro haya puesto de rodillas a la humanidad, cuando creíamos que teníamos el control de la naturaleza. Las epidemias nos parecían cosas del pasado. En nuestra imaginación, la peste negra que mató a un tercio de la población Europea entre 1334 a 1372 estaba relegada a las tinieblas de la historia. Más importante aún, la pandemia del coronavirus nos puso de rodillas gracias a nuestra ignorancia.
Pues habían señales de que algo así podría ocurrir, pero decidimos ignorarlo. Un estudio hecho en 1998 por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos concluyó con una grave advertencia: “Los historiadores en el próximo milenio descubrirán que la mayor falacia del siglo XX fue la creencia de que las enfermedades infecciosas estaban a punto de ser eliminadas”. En realidad, las conclusiones del estudio estaban avaladas por la evidencia científica: “Desde 1940, los científicos han identificado 335 nuevas enfermedades infecciosas, dos tercios de las cuales se originan en la vida silvestre, particularmente en los murciélagos”. Cabe mencionar el SARS, MERS, y el ébola, que acaparó las noticias, pero que nos resultaba un hecho lejano, propio del África sub-sahariana, carente de una infraestructura de salud adecuada. Por lo que decidimos continuar con nuestras vidas.

Una vez la pandemia comenzó, las clases políticas, independientemente de banderías, la enfrentaron “políticamente”. Los políticos detestan las malas noticias. El Dr. Li Wenliang terminó preso en una comisaría por haber dado la voz de alarma sobre el nuevo coronavirus en la provincia de Wuhan. En otros casos, los dirigentes optaron por mirar hacia el otro lado. El gobierno de izquierdas español permitió las marchas del día Internacional de la Mujer, aun sabiendo lo que estaba ocurriendo en Wuhan y que en España ya existía la infección. Sin olvidar a los “Rambos” políticos, quienes han desafiado el coronavirus a puro pecho, como el presidente Bolsonaro de Brasil y el presidente Kim Jong-un de Corea del Norte, quien, sin turbarse, ha afirmado que en su país no ha ocurrido ni un solo caso de coronavirus. Lo que nos lleva al triste juego político: A todas las mentiras, al interés de sacar ventajas y a las mutuas recriminaciones sobre la responsabilidad de lo ocurrido. En los Estados Unidos se acusa a China de no haber sido transparente, pues argumentan que no es verosímil que la pandemia no llegara a Shanghái y sin embargo, brincara hasta Italia. En el medio de esta controversia esta la Oficina Mundial de la Salud a la que los E.U. le está retirando su apoyo financiero en un momento tan crítico. En fin, la evidente falta de solidaridad entre los países hace aun más difícil vencer esta calamidad.

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