El 2 de octubre fue reconocido como el Día Internacional de la No Violencia mediante resolución dictada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en fecha 15 de junio de 2007 que coincide con la conmemoración del nacimiento del gran pacifista de la India Mahatma Gandhi.

A decir de la propia ONU, este día constituye una oportunidad para “difundir el mensaje de la no violencia por medios como las actividades educativas y de sensibilización de la opinión pública…”

El Tribunal Constitucional ha celebrado con éxito durante los días 28 y 29 de septiembre la primera Feria Constitucional Internacional sobre la Familia y la Igualdad, donde se congregó un buen grupo de juristas nacionales y extranjeros para tratar diversos temas, uno de los más importantes tópicos fue el del derecho constitucional a vivir una vida sin violencia.

Y es que la Constitución dominicana, en su artículo 42, establece que todas las personas tienen derecho a vivir sin violencia y que tendrán la protección del Estado en casos de amenaza, riesgo o violación de ésta dando relevancia a tres aspectos primordiales, a saber:

  1. la prohibición de que se impongan penas, torturas o procedimientos vejatorios que impliquen la pérdida o disminución de la salud, o de la integridad física o psíquica de las personas.
  2. La condena de la violencia intrafamiliar y de género en cualquiera de sus formas, debiendo el Estado garantizar mediante ley la adopción de las medidas necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer; y
  3. La prohibición de someter a cualquier persona, sin consentimiento previo, a experimentos y procedimientos que no se ajusten a las normas científicas y bioéticas internacionalmente reconocidas ni a exámenes o procedimientos médicos, excepto cuando se encuentre en peligro su vida.

La República Dominicana parece ser pionera y única en el mundo en establecer, a nivel constitucional, el derecho a vivir una vida sin violencia, al que convierte así en un derecho fundamental de todas las personas. De esta forma, el Estado dominicano se ha comprometido a seguir avanzando por la ruta de la paz y de la convivencia pacífica de todos los que habitan en nuestro territorio.

La consagración de este derecho en la Constitución contribuye a que podamos hacer de la no violencia un estilo de vida. Un verdadero sello de identidad nacional que nos caracterice. ¡Hagámoslo pues!

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