La inteligencia artificial se ha convertido en un tema candente debido a los grandes avances en ese campo. Sin darnos cuenta, el ser humano ha creado un vínculo cercano con la inteligencia artificial —en adelante, “IA”—debido a que estamos en contacto permanente con ella. El hecho de que la IA pase de ser un fenómeno tecnológico a un fenómeno social hace que el vínculo que tiene con el Derecho sea inevitable. A la fecha existen diversos casos en que se ha puesto a prueba la labor de los abogados con distintos sucesos vinculados a la IA.

La IA es definida por el diccionario Oxford English Dictionary como el uso de computadoras para tareas que normalmente necesitan de la inteligencia humana.

Las Ciencias Jurídicas, específicamente el Derecho, tampoco será ajeno a la IA, pues qué firma de abogados no querrá automatizar aquellas tareas que consumen mucho tiempo y aportan poco valor como la revisión de contratos o documentos a gran escala, el cotejo de información de diferentes documentos o aquellas labores repetitivas y mecánicas. Ya existen despachos legales que utilizan Luminance, programa de IA que analiza contratos y es capaz de detectar diferencias entre ellos; Ravn, que extrae datos de los documentos y los traspone a hojas Excel; y Kira Systems, que identifica con precisión cláusulas contractuales.

Como bien señala Camilo Narváez López: “(…) para el entendimiento de la relación entre el Derecho y la Inteligencia Artificial, es imprescindible que exista una comprensión interdependiente entre actores como los profesionales del Derecho y los desarrolladores de sistemas de Inteligencia Artificial. Para que los juristas puedan determinar la necesidad y formas de realizar regulaciones adecuadas sobre el desarrollo y aplicación de la Inteligencia Artificial, es indispensable que tengan claridad sobre qué es la Inteligencia Artificial, sus funcionalidades y capacidades actuales, así como su potencialidad y creciente desarrollo hacia sistemas plenamente cognitivos que, por el momento, no se han logrado desarrollar”.

Asimismo, dentro de pocos años la IA también impactará en los sistemas de justicia, pues ya existen sistemas que sirven para la resolución de conflictos. Una publicación de octubre de 2016 del University College of London demuestra cómo un programa de IA puede predecir sentencias luego de analizar 584 decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en asuntos relacionados con los artículos 3, 6 y 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos. En este experimento se había aplicado un algoritmo para encontrar patrones en el texto. La finalidad era ver si el software podía predecir el fallo. El resultado: en un 79% de los casos, la IA lo consiguió.

Un ejemplo lo encontramos en Sophia, un robot humanoide, desarrollado por Hanson Robotics, sobre la cual se presentan numerosas interrogantes: ¿cuál es la situación jurídica de un robot? ¿una IA muy desarrollada puede ser considerada como sujeto de derecho? ¿qué derechos y obligaciones podría tener una máquina? ¿Sophia podría contraer matrimonio? ¿quién debe asumir la responsabilidad de un daño causado por un sistema de IA?

Entonces, teniendo en cuenta que los sistemas de IA convergen con numerosos aspectos de nuestras vidas, es necesario cuestionarse cuál será el papel de los sistemas jurídicos en la era de la IA. Termino con la frase expresada por el profesor Alejandro Morales Cáceres: “Debemos fomentar e incentivar el desarrollo de esta tecnología, sin olvidar que el ser humano es el fin supremo de ésta”.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas