La Junta Central Electoral (JCE), que preside el veterano jurista Román Jáquez Liranzo, goza de un alto prestigio en los sectores más connotados del país.

Los medios noticiosos locales, en especial la prensa escrita, resaltan el eficiente trabajo que realizan las autoridades electorales con miras a garantizar que no regresen la incertidumbre y los visos de descrédito como ha ocurrido en pasados comicios.

Se podría afirmar que la gente ya no piensa en trampas o fraudes al momento de informarse de que se van a celebrar elecciones en las que participarán candidatos a la Presidencia de la República; aspirantes al Congreso Nacional, así como quienes se lanzan a ser alcaldes y regidores. Por fortuna, esa etapa traumática está superada.

En febrero y mayo del próximo año, República Dominicana volverá a poner a prueba su democracia.
En ese lapso todos los ojos estarán puestos en la JCE. De ahí el gran reto que tiene que afrontar el órgano colegiado.

Un aspecto clave para el anhelado éxito de las elecciones estriba en el liderazgo de los partidos políticos -sin importar su tamaño- que van a contender en busca de ganarse el favor de la mayoría de los votantes.

Los dirigentes políticos están en la obligación de aportar la necesaria cuota de colaboración a las autoridades electorales y atender, sin poner “peros”, al llamado de colaboración.

Si queremos tener en el 2024 certámenes electorales límpidos, sin cuestionamientos y transparentes, no basta con solo realizarse el trabajo que obviamente tiene que ser eficiente. También debe lograrse una fusión democrática entre las organizaciones políticas y las autoridades de la JCE.

Si no se concreta ese indispensable objetivo (¡Oh por Dios, que ni se piense en historias negativas!), podríamos volver a un pasado tenebroso que nadie quiere.

Por lo que observamos, la JCE realiza, sin pausas, adecuados trabajos para que la democracia se consolide tras unas elecciones normadas por la mayor transparencia.

Es significativo anotar, además, que entre elementos claves para garantizar unos procesos eleccionarios sin traumas, la JCE pone reglas claras. ¡Y no es lisonja por parte del autor de este artículo!

Como lo precisa Jáquez Liranzo, se ha diseñado un “ajustado” calendario que abarca importantísimas tareas que deben culminar con una efectiva organización final que garantice unas elecciones creíbles y con la reclamada limpieza.

Ese es el gran reto que tiene la JCE ¡El reto de salir airosa y recibir el merecido reconocimiento de toda la sociedad dominicana!

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