No creo que solo en los Estados Unidos el mercado de seguros de autos, no importa el tipo de cobertura, está a merced de una cadena de intermediarios que más que agentes de seguros parecen, si cabe el símil, jueces todopoderosos que fijan tarifas -sentencias- desde una “jurisprudencia” mercantil o tramoya bien orquestada. Y la comparación puede sonar contraproducente en un país donde la separación o contrapeso de poderes es una realidad fáctica e histórica.
Y escribo, más que nada, desde mi propio vía crucis y de algunos amigos que ya no saben qué hacer o qué opciones tomar ante un mercado -el de seguro de autos- que está fuera de control y límite, pues hasta una simple póliza de ley -esa que ni siquiera cubre tu auto- puede rondar, sin importar historial de manejo ni experiencia al volante, casi doscientos dólares (y no hablamos aquí de conductores con historial de accidentes, pues allí sí la ecuación costo-cobertura sería astronómica). De veras, una sangría en los bolsillos de millones de ciudadanos y familias; sin hablar de cobertura full cover para personas de edad promedio, o el peor escenario: el de los jóvenes ….(que hasta los veinticinco años no serán considerados como conductores de experiencia, sino de alto riesgo).
Otro asunto colateral es que la falta de control, regulación efectiva o límite de rentabilidad permitido en el mercado de seguros de autos, ha traído una agresiva campaña en las redes sociales, tras la caza de conductores desesperados por los altos costos de cobertura, algo que, mucha veces, aumenta la posibilidad de caer o ser víctima de estafa o robo de identidad, pues promocionan que con solo la marca, el año y el modelo de tu auto te darían cotizaciones, ¿pero qué sucede? Que una vez entra a llenar el “formulario simple” o breve te das cuenta de cómo este se hace interminable y termina vaciando toda tu información personal y crediticia y hasta de salud, si no te detienes a tiempo; y cuando vienes a ver un anónimo cibernético ya maneja y tiene acceso a tu hoja de vida laboral y crediticia; y de ahí a ser víctima de bombardeo publicitario -que sería lo menos-, día y noche, hasta un vaciado bancario resulta probable. En fin, a esa empresa de marketing y al propio mercado de seguros de autos hay que ponerles límites o regulaciones más estrictas, pues ese mercado está copado de insaciables agencias aseguradoras, agentes e intermediarios inescrupulosos que solo piensan en sus bolsillos….(y ya sabemos que todo puede ser justificado a la luz del gastado cliché: libertad de mercado u oferta y demanda).
En definitiva, las agencias de protección del consumidor en los Estados Unidos (por sus siglas en inglés: FTC-CFPB), deberían ya tomar carta en el asunto y parar o regular tanto descontrol o desregulación, a simple vista, de un mercado -el de seguros de autos- que ya raya en la usura al agenciarse altísimas ganancias….(si no, observemos la rentabilidad anual del mercado según las estadísticas oficiales de dominio público).