La noticia de su partida nos dejó sin aliento y sin ánimo a todos. Fue un momento devastador. Tormentoso. Inimaginable. La tristeza nos llenó por completo. Cuando vimos en las redes que el brillante y batallador Secretario General Ad Vitam del PLD, Reinaldo Pared Pérez, había muerto, nunca pensamos que podría ser cierto.

Conocí a Reinaldo hace muchos años en las lides del PLD y en los aprestos de llevar a Danilo Medina como presidente de la República. Él era una especie de guía y orientador preciso para muchos de los comunicadores que de una u otra forma compartíamos el proyecto de nación que representaban Danilo, Leonel y el PLD en la década de los 90 y del 2000 en adelante.

En nuestro trato nunca pretendió imponer una idea o un criterio de cómo hacer el trabajo comunicacional. Siempre respondía con una amplia sonrisa cualquier cuestionamiento o idea que le pareciera innovadora. Era un político de cuerpo entero, a todo tiempo y para todo momento. Nunca hacía nada a medias, siempre ponía el todo por el todo para alcanzar las metas, para defender sus ideas y para convencer a los demás de tomar la ruta correcta.

Ese es el Reinaldo que siempre recordaré. El amigo sincero y solidario. El político entregado y sin doble cara. El conocedor a fondo de toda la historia de la música, el bailador de salsa y merengue, el político que siempre tenía una sonrisa en sus labios.
El conciliador, el concertador, el dirigente que nunca se creía por encima de nadie y que siempre quería encontrar el punto de unión y no dejar que la malquerencia y el odio dirigieran a los estadistas, los mandatarios o a cualquier político de importancia.

En mi relación histórica con Reinaldo hay dos momentos que me marcaron de forma extraordinaria. El primero fue por allá por el año 2014, cuando lanzó por primera vez sus aspiraciones para ser presidente de la República y le pedí una cita. Al sentarme a conversar con él en su oficina política, fui directo y le pregunté: “Reinaldo, ¿tú estás dispuesto a enfrentar a Leonel y ganarle una convención, consciente de la gran fortaleza de su figura?”. Reinaldo me miró fijamente. Pensó unos segundos y me dijo: “Oye, bien Euri. Lo importante en este momento es que el PLD siga en el poder, sea conmigo, sea con Danilo o sea con el propio Leonel. Todos debemos jugar nuestro papel y al final, tomar la decisión que más beneficie al partido y al país.” Y así lo hizo en esas circunstancias históricas.

El otro momento fue en mayo del 2019, cuando estaba buscando el apoyo del Senado en la aprobación de un proyecto de ley que habíamos sometido para que Gregorio Urbano Gilbert fuera declarado Héroe Nacional. La Cámara de Diputados había aprobado el proyecto. Le pedí una cita a Reinaldo, quien a la sazón era el presidente del Senado, y le dije que necesitaba que me apoyara. Con firmeza y amor patriótico me dijo: “Euri, para los legisladores del PLD ese proyecto es un mandato histórico. Es imperativo que le demos la estatura de Héroe Nacional a Gilbert. Te hago la promesa que esta tarde se someterá el proyecto y se aprobará”. Y así fue. El 22 de mayo del 2019 el Senado de la República lo aprobó y el 24 de mayo el presidente Medina promulgó la ley 162-19 que declara a Gilbert como Héroe Nacional.

Ese es el Reinaldo que siempre recordaré. El batallador sin límites. El brillante abogado y analista. El político certero y eficaz. El legislador modelo. El líder sincero y leal. El amigo solidario a toda prueba y en todo momento. A su familia, a Ingrid, a sus cuatro hijos, a Carlitos, a Sigfrido, a Rienzi, quiero decirles que Reinaldo siempre estará presente en cada uno de nosotros, con esa sonrisa de esperanza que iluminaba el mundo, con su baile hermoso y cadencioso y con el ejemplo que sembró para siempre en nuestros corazones.

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