En un proceso en el que, desde temprano, se sabe cuáles serán los candidatos de dos de los tres principales partidos, y el tercero es seleccionado de manera anticipada, parecería que faltan pocas cosas por definir. Pero hay muchos otros temas, cuya definición podría ser determinante en los resultados de las elecciones. La posibilidad de una alianza de la oposición contra el oficialismo, por ejemplo. Hasta hace pocos días se veía como algo casi seguro, pero algunas declaraciones y hechos recientes parecen dificultar ese acuerdo que en principio luce lógico y, para el PLD y Fuerza del Pueblo, hasta necesario.

Con alianza

Para el PLD y FP sería importante realizar una alianza, sobre todo en las municipales. Eso equilibraría el pleito, porque hay una percepción, fundamentada o no, de que el oficialista PRM y sus aliados barrerán en esas elecciones de febrero. Concertar la alianza en esos niveles no debería ser traumático. Los aspirantes a cargos municipales, morados y verdes, tienen el mismo origen, se conocen, y trabajarían con los mismos dirigentes, militantes y activistas que están acostumbrados a trabajar. La alianza se podría replicar en las legislativas de mayo, aunque no necesariamente en las presidenciales. Y hacer un acuerdo pensando en segunda vuelta es más que una apuesta, una adivinanza.

Sin alianza

Un escenario sin alianza PLD-FP complica las cosas a los opositores y les aleja las posibilidades de competir, no solo por la consecuencia más obvia, que es la división de votos de una oposición dispersa frente a un oficialismo compacto y con más aliados. El asunto es que en muchas demarcaciones se darán luchas feroces entre peledeístas y expeledeístas, buscando prácticamente votos del mismo segmento del electorado. Eso no sólo impactaría en sus posibilidades, sino que también agrietaría aun más las relaciones de peledeístas y pueblistas, lo que haría más difícil un eventual acuerdo en el nivel presidencial.

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