Parece una contradicción que los partidos sean tan proclives a mantenerse en un proselitismo casi constante, pero al momento de definir sus candidaturas a cargos electivos eviten a toda costa la realización de primarias, que es el procedimiento más abierto, democrático, participativo y además, se convierte en un elemento que dinamiza las organizaciones políticas.
Encuestas y asambleas
Para este proceso, los partidos se enamoraron de las encuestas, que antes servían para dos cosas: Para consumo interno, es decir, conocer las fortalezas y debilidades, y como instrumento de promoción, o sea, para convencer al electorado, sobre todo a indecisos. La nueva ley permite que las encuestas se utilicen para definir candidatos. Se trata de un método opaco, y a pesar de eso, o quizás por eso, muchos partidos decidieron convertirlo en su sistema de elección. La otra modalidad preferida por muchas organizaciones es la asamblea de delegados, sin dudas el sistema más cerrado de todos, porque las candidaturas son decididas por un grupo reducido de personas.
Ni cerradas ni abiertas
Otra paradoja es que hace menos de cuatro años, en el país se hablaba de la modalidad de primarias como el mejor método para elegir candidatos, y lo que estaba en discusión es que si debían ser cerradas o abiertas. Incluso, una parte del país político defendía que se estableciera el método de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. Eso finalmente se descartó, y se aprobó un abanico de opciones. En el 2019, el PRM eligió a Luis Abinader como su candidato presidencial en primarias cerradas, mientras el PLD seleccionó en primarias abiertas a Gonzalo Castillo.
Solo el PRM
En esta ocasión, solo el PRM decidió realizar primarias cerradas para elegir a una parte de sus candidatos. Se supone que son simultáneas, es decir, que todos los partidos que opten por ese método celebrarán votaciones el mismo día. Pero en esta ocasión, los perremeístas estarán solos, porque nadie más quiso hacer primarias.
