Los extranjerismos son esas palabras prestadas a otras culturas que en la mayoría de los casos se van normalizando en el uso diario, pero que contemplan aspectos importantes a la hora de utilizarlos, en especial al redactarlos, y que algunas personas desconocen.

Una vez escribimos en este espacio que todo extranjerismo se escribe entre comillas o en cursiva para dejar plasmado que esa grafía o palabra no es originaria de la nuestra. Pero… ¿qué pasa con las palabras extranjeras que terminan adaptándose al español?, pues a esas debe aplicárseles las normas gramaticales que nos atañen.

Así lo expresa la Real Academia de la Lengua, cuando explica que las palabras de origen extranjero ya incorporadas al español o adaptadas completamente a su pronunciación y escritura, incluidos los nombres propios, deben someterse a las reglas de acentuación de nuestro idioma.

Ahora bien, para que quede más claro, vamos a citar algunos ejemplos de algunos extranjerismos y su adaptación al español. Ocurre con béisbol, del inglés “baseball”; bidé, del francés “bidet”; alzhéimer, del apellido del médico alemán que investigó la enfermedad; chárter, del anglicismo “charter” para referirse a vuelo organizado.

Tengan en cuenta que las adaptaciones o alternativas al español de palabras extranjeras van a variar y eso depende de la cultura o país. Podemos citar, por ejemplo, que es común la forma inglesa sándwich, así como sus adaptaciones, algunas variantes aún no aprobadas por la Academia, como el caso de sánduche (en Colombia, Ecuador y Venezuela); sánguche o sándwich (en Argentina, Paraguay, Perú, Chile, Uruguay, Costa Rica y Venezuela), entre otras variaciones.

Las transcripciones de palabras procedentes de lenguas que utilizan alfabetos no latinos, incluidos los nombres propios, se consideran adaptaciones y deben seguir, por tanto, las reglas de acentuación, como es el caso de Taiwán.

El castellano es amplio y existen palabras y expresiones alternativas a expresiones que por influencia de una región seguimos utilizando. Podríamos citar los casos siguientes: calcomanía, en vez del anglicismo “sticker”; factura o recibo, en vez de la voz inglesa “voucher”; volante, en vez de “flyer”, de origen inglés.
Vamos a emplear el término en español bandeja de entrada, en vez de la palabra inglesa “inbox”; fanático o fanática, en vez de “fan”; seguidor, mejor que “follower”.

Definitivamente, debemos amar nuestra cultura y aplicarlo en el uso de nuestro idioma es validar ese amor por lo nuestro, independientemente de que el conocimiento es un agregado importante.
¡Gracias por leerme!

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