Cuando la corriente danilista del PLD escogió a Gonzalo Castillo como su candidato unificado para enfrentarlo a Leonel Fernández, muchos creyeron que Danilo y sus partidarios estaban caminando al fracaso. Y se equivocaron.
La decisión de escoger a Gonzalo como el candidato del PLD fue correcta, fue certera y va camino a convertirle en el próximo Presidente de la República. A pesar de no ser un buen orador como otros políticos tradicionales, Gonzalo es un gerente, un político de este tiempo, un líder con ideas novedosas y un ser humano que tiene la solidaridad y la humildad como sus dos grandes fortalezas.

Leonel y sus seguidores nunca entendieron la estrategia danilista. Pero la realidad les dio en la cara. El verdadero líder orgánico del PLD lo fue, y lo sigue siendo, el presidente Danilo Medina.

Danilo es muy preciso en términos de visión y de trabajo político. Cuando le fue impedido repostularse supo rearticular su estrategia. Su decisión fue reelegir sus políticas y sus éxitos como gobernante a través de uno de sus seguidores más leales, con mayor popularidad y que pudiera continuar su legado. Abrió el abanico de los que reunían esas condiciones y, mediante encuestas, el elegido fue Gonzalo.

En menos de un mes la figura de Gonzalo, sustentada en la poderosa maquinaria danilista y con el apoyo absoluto de Danilo, emergió como figura presidencial y logró ganar la convención del 6 de octubre.

En la actualidad, con tan solo ocho meses en el escenario (de octubre a mayo), Gonzalo, a pesar de sus limitaciones personales y temas pendientes, se ha convertido en un verdadero fenómeno político, un líder de primer orden, un sólido candidato del partido gobernante, un trabajador incansable que está todos los días en las calles ayudando a la población.

El fenómeno político de Gonzalo enfrentó un difícil momento cuando las elecciones municipales de febrero fueron suspendidas. El como candidato, había logrado colocarse en una muy buena posición. El PLD tenía todo a su favor para ganar ampliamente las elecciones de febrero. Pero, por incapacidad de la JCE y presión de la oposición, las elecciones fueron suspendidas y eso le cayó al PLD como responsabilidad.

De ahí vinieron los cacerolazos, las protestas en la plaza de la bandera, las mentiras en las redes y los irrespetos a funcionarios y lideres del PLD. Aunque el informe de la OEA reivindicó al PLD y al gobierno, demostrando que la suspensión de las elecciones fue resultado exclusivo de la ineficacia de la JCE, esa campaña de falacias evitó un triunfo arrollador del PLD en las elecciones municipales de marzo.

Después de ese “relativo” triunfo electoral de marzo, el PRM y Luis Abinader creyeron que ya eran gobierno. Hicieron su gabinete y se mandaron a hacer los trajes para la toma de posesión. Pero llegó la crisis del coronavirus. Y la situación electoral volvió a cambiar, pero a favor de Gonzalo. El torpe manejo de Abinader y el PRM de esta situación los golpeó duramente y los bajó electoralmente, igual como sucedió con el PLD en febrero. Durante la crisis Gonzalo demostró ser un gerente, solidario y humilde, mientras Abinader no pegaba una.

Hoy día todo ha cambiado en términos electorales. Las encuestas y la realidad indican que Gonzalo Castillo camina con pasos firmes a ganar las elecciones del 5 de julio y convertirse en el próximo presidente de la República Dominicana. Para el bien de todos.

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