En medio de conflictos globales y tensiones entre potencias, las conversaciones entre Irán y Estados Unidos para retomar el acuerdo nuclear vuelven a centrar la atención internacional. Ambas partes han sostenido encuentros indirectos en Mascate, Omán, en busca de un posible entendimiento que impida una escalada mayor.
El acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA), firmado durante la presidencia de Barack Obama limitaba el enriquecimiento de uranio iraní a cambio del levantamiento de sanciones. Sin embargo, en 2018, Donald Trump retiró unilateralmente a EE.UU. del acuerdo, con el argumento de que no frenaba el programa de misiles balísticos ni el apoyo de Irán a grupos armados en la región.
Desde entonces, Irán ha intensificado su programa nuclear, al punto de que la Agencia Internacional de Energía Atómica alertó en 2023 que Irán posee uranio enriquecido por encima del 60%, un nivel cercano al necesario para armas nucleares.
Además, su programa de misiles ha alcanzado gran sofisticación y desarrollo, evidenciado en los ataques recientes a Israel con más de 180 misiles que Tel Aviv no pudo detectar ni interceptar.
Ante este panorama, EE.UU. e Irán exploran un acuerdo parcial que alivie progresivamente las sanciones, a cambio EE.UU. exige una reducción verificable del enriquecimiento de uranio. Sin embargo, persisten diferencias clave.
Irán exige el levantamiento total de las sanciones, mientras Washington reclama garantías verificables, como acceso de la AIEA y desmantelamiento de instalaciones nucleares avanzadas, incluso, Donald Trump ha dicho que sólo aceptaría el desmantelamiento total del programa nuclear y el de misiles balísticos, cosas que Irán rechaza tajantemente.
Israel observa con recelo las negociaciones, su gobierno ha advertido que no permitirá que Irán obtenga capacidad nuclear militar, y ha intensificado sus ejercicios conjuntos con EE.UU.
Arabia Saudita, por su parte, ha optado por un enfoque más diplomático, aunque desarrolla su propio programa nuclear civil con apoyo chino.
Mientras, China y Rusia respaldan el derecho de Irán a la tecnología nuclear pacífica, pero abogan por una salida diplomática, para ambos, Teherán es clave en sus intereses geoestratégicos en Asia y Medio Oriente.
La Unión Europea también intenta mediar con la reactivación del mecanismo Instex para facilitar transacciones con Irán fuera del sistema financiero estadounidense, al tiempo que amenaza con sanciones si no hay avances concretos.
Económicamente, las sanciones han dañado mucho a la economía iraní: devaluación, inflación del 40%, caída del PIB, desempleo juvenil y fuga de cerebros. Sin embargo, Irán resiste gracias a su empeño en defender su derecho, y a los acuerdos bilaterales con países como China, Rusia o Venezuela.
Aunque una reedición total del JCPOA parece improbable, ambas partes exploran soluciones intermedias. El riesgo de un colapso definitivo de las conversaciones podría abrir la puerta a un nuevo conflicto en la región, y afectar directamente a Israel, Siria, Irak y Yemen, y elevaría los precios globales de la energía.
La comunidad internacional observa con expectativa. La diplomacia aún tiene una ventana de oportunidad, aunque cada vez es más estrecha. Si no se logra un nuevo equilibrio, el programa nuclear iraní podría convertirse en el epicentro de una crisis mayor, con consecuencias que nadie podrá controlar fácilmente.