Desde su estreno en el Teatro Italiano de París en enero de 1835, son contados los tenores que han incorporado a su repertorio “I puritano” (Los puritanos) la célebre ópera de Vincenzo Bellini. Uno de sus mejores intérpretes de todos los tiempos, el mítico y legendario tenor lírico canario Alfredo Kraus, llegó a calificarla de “inhumana” tras renunciar a interpretarla de nuevo por el enorme esfuerzo que requiere el papel estelar del personaje Arturo Talbot.

Algunos biógrafos del compositor aseguran incluso que su temprana muerte, sin haber cumplido los 34 años, meses después del estreno de la obra, tuvo que ver con la fatiga que en él produjo escribirla.

A pesar de su corta carrera, Bellini dejó a la posteridad un amplio catálogo de obras, que incluye otras nueve óperas, algunas de ellas entre las más famosas como Norma y La sonámbula, seis sinfonías, un concierto para oboe y orquesta, numerosas arias, romanzas, cantatas y un tedeum.

En el amplio espectro de la lírica actual, son escasos los tenores que se arriesgan a interpretar a Arturo por la agudísima tesitura vocal que Bellini le imprimió a su personaje y que dos magníficos tenores españoles, el catalán Josep Bros, y el valenciano José Sampere, lo han asumido con mucho éxito en los últimos años. Bros ha dicho que el calificativo de “inhumana” que Kraus le dio a la obra, después de haberla interpretado en numerosas ocasiones, no es exagerado si se toma en cuenta la partitura para tenor, “infernal” a su juicio, por lo difícil y agotador que resulta un primer acto en el que canta, un segundo en el que no hace nada y un final en el que el tenor no para prácticamente de cantar durante unos 45 minutos, por lo que termina casi siempre destrozado por el sobre esfuerzo.

Sin embargo, como el resto de la producción de Bellini, Los puritanos es una ópera sublime capaz de conducir al público más exigente a un éxtasis si los intérpretes cumplen su rol.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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