La confianza es expresión de esperanzas, de anulación de incertidumbres sobre la conducta ajena, que hace suponer el comportamiento de otros, con cierto grado de predictibilidad en sus acciones. La pérdida de esta, supone agotamiento emocional cuando lo prometido se distancia de la realidad. La enciclopedia, al margen de otras acepciones, así trata el término “confianza”: “En sociología y psicología social, la confianza es la opinión favorable de que una persona o grupo será capaz y deseará actuar de manera adecuada, en una determinada situación y pensamientos. La confianza se verá más o menos reforzada en función de las acciones, los actos previos y las posibles pruebas halladas”. La vida gira alrededor de ella, sin tener plena conciencia de las acciones de confiar que realizamos permanentemente: el taxi presupone la respuesta apropiada a nuestro requerimiento; cualquier alimento que decidamos ingerir, implica la seguridad de que es apto para su consumo, independientemente de quien lo prepara y qué utiliza para su elaboración; al abordar un vuelo nos ponemos en manos de un sistema de transporte en el que confiamos que nos llevará seguros, al destino elegido. Basten estos ejemplos para ilustrar la importancia de esa certeza de resultados ante asuntos pre supuestos. Es en esencia una poderosa energía que hace posible el amor, dando certeza a la mutua entrega. Las relaciones comerciales, base esencial de la economía, están fundamentadas en la confianza, más aun los pactos no escritos, de sanciones no pecuniarias. La cultura criolla, crisol de todas las corrientes que han venido a recalar a esta emotiva exuberancia tropical caribeña en forma de isla, está condicionada por las experiencias vividas en mas de 528 años de vida pos Taína. La desconfianza entre los dominicanos es endémica, y quizás, responsable de muchos de los obstáculos que hacen difícil nuestro desarrollo sostenible. La confianza da energías, seguridad, optimismo, bienestar, alegrías. Su ausencia o escasez, ocasiona recelo, temor, malestar, insatisfacción, dudas, inquietud, dificulta iniciativas, paraliza, ocasiona sufrimientos e inseguridad. La tambaleante democracia dominicana, precisa de la construcción de esa confianza en las instituciones y en el liderazgo, para no erosionar el desenvolvimiento fluido de las relaciones gobierno-ciudadanos. La base de cualquiera de los pactos de la Estrategia Nacional de Desarrollo,es una confianza que se supone, pero que realmente debe ser cimentada y fortalecida. El cualquierismo en la dirección de las instituciones del Estado, es el peor atentado contra la confianza ciudadana y corresponde al gobierno, en su complejísimo ejercicio, delinear esa base de confianza que haga suponer, un comportamiento no zigzagueante, con decisiones sopesadas que no haya que rectificar, que regeneren la calidad de vida del ciudadano, para un mejor futuro, mas cercano a sus sueños.

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