En la sociedad dominicana, a menudo se escucha la frase “yo sé cómo conseguirlo”, una excusa que parece justificar el incumplimiento de normas y regulaciones. Sin embargo, esta mentalidad puede tener consecuencias a largo plazo que nos afectan a todos. Hacer las cosas bien, aunque implique un esfuerzo adicional, no es solo una cuestión de ética; es fundamental para el desarrollo sostenible de nuestra nación.

La cultura del “atajo” ha permeado muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. Desde la manera en que conducimos hasta cómo manejamos nuestros hogares y negocios, a menudo priorizamos la inmediatez sobre la calidad y sobre el cumplimiento de las reglas. Este comportamiento, aunque puede ofrecer gratificación instantánea, crea un ciclo de desconfianza y desorden que, a la larga, nos perjudica a todos.
La corrupción y la informalidad se alimentan mutuamente, y crean un entorno donde las buenas prácticas son vistas como “para los tontos”.

No obstante, aquellos que eligen hacer las cosas bien, que invierten tiempo y esfuerzo en cumplir con la ley, son los que realmente cosechan los beneficios a largo plazo. Son los que construyen una reputación sólida y generan confianza en sus clientes, en sus familias y entorno, en quienes les siguen y los ven, incluso, como un ejemplo a seguir, los verdaderos influencer. Debemos reconocer que las reglas están diseñadas, en su mayoría, para protegernos. Cumplir con ellas no solo garantiza nuestra seguridad, sino que también promueve un ambiente más justo y equitativo. Al final, todos queremos disfrutar de los beneficios que las normas pueden ofrecer: un sistema de salud eficiente, servicios públicos de calidad y un entorno seguro para nuestras familias, pero para eso, no podemos apelar a la “cultura del atajo”.

En una sociedad como la nuestra, hacer las cosas bien, aunque cueste, es esencial no sólo para el progreso de nuestro país, sino de nuestras familias. La verdadera grandeza radica en ser responsables y comprometidos con nuestras accioness. Solo así podremos disfrutar de las bondades de un país donde las normas son respetadas y donde todos, en última instancia, nos beneficiamos. La próxima vez que te enfrentes a la decisión de cumplir o no con una regla, recuerda que no solamente están obligados a cumplir con las reglas, los políticos y los gobiernos, que sobre todo, si cada dominicano dejara de apelar a la “cultura del atajo”, podríamos garantizar, sin duda alguna, una mejor nación.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas