República Dominicana es un país que ha registrado cambios sustanciales en las últimas décadas tanto en la economía, infraestructuras, el comercio y en la industria, pero los pilares fundamentales para la convivencia social han sido relativamente descuidados.

Es mucho lo que se comenta en el exterior sobre la realidad dominicana, especialmente en cuanto a la desigualdad económica, la salud, la falta de seguridad tanto en la justicia como en la convivencia humana.

La falta de garantía jurídica no permite un mayor y más efectivo nivel de inversión, el desorden en la Justicia tampoco garantiza la actividad comercial, el desorden en el control migratorio, los altos niveles de violencia y la marcada impunidad, no nos deja respiro e incluso el turismo resulta muy afectado.

Vistos estos aspectos, es aconsejable que el Gobierno, la empresa privada, los medios de comunicación y las entidades de servicio, comiencen a proyectar políticas de imagen que permitan cambiar la percepción que hay en gran parte del mundo sobre República Dominicana.

Es mucho el dinero que gasta en propaganda y en publicidad no efectiva, pero es muy poco lo que se destina al establecimiento de una política de imagen que resalte realmente lo que somos, lo que tenemos, lo que damos y las bondades de nuestro pueblo junto a las grandes riquezas naturales de este territorio.

El programa de Tanda Extendida, los nuevos proyectos de salud, vivienda, agricultura y el retorno a la productividad, debieran ser puntos nodales en la nueva política de imagen que está necesitando y demandando el país.

Es preciso que cada institución entienda que el Gobierno es el administrador del Estado y que, por esa razón, las carteras no son propiedad de nadie en particular, sino de todos los dominicanos. Es tiempo de que el país de un giro y refuerce su imagen.

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