En el mes de mayo del presente año 2020, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) había proyectado que para esta temporada ciclónica podríamos tener entre un mínimo de 13 y un máximo de 19 tormentas en la cuenca del océano Atlántico, la mitad de las cuales podría evolucionar a huracanes, sin embargo, el hecho de que la tormenta Isaías, la novena de esta temporada, tocara suelo sobre la porción oriental de la República Dominicana en fecha 30 de julio, dejando grandes inundaciones en Hato Mayor, y que al salir por la costa norte de inmediato se convirtiera en huracán categoría 1, motivó que de inmediato la NOAA decidiera revisar sus pronósticos y sumar 6 tormentas, para subir de un mínimo de 13 a un mínimo de 19, y de un máximo de 19 a un máximo de 25, estimando que la mitad podría evolucionar a huracanes. Todo fruto de que la novena tormenta generalmente debe llegar al final de agosto, y no al final de julio.

Por ello, en un artículo que publicamos en el mes de agosto, en este periódico elCaribe, advertimos que al observar las temperaturas del océano Pacífico durante los trimestres solapados de este año 2020, y compararlas con las temperaturas medias de la superficie de ese extenso mar, se veía enero-febrero-marzo con +0.6°C (Niño), febrero-marzo-abril con +0.5°C (Niño), marzo-abril-mayo con +0.3°C (neutro), abril-mayo-junio con 0.0°C (neutro), y mayo-junio-julio con -0.2°C (neutro), lo que mostraba una tendencia descendente de las temperaturas del Pacífico y una tendencia al desarrollo del fenómeno de La Niña, y que cuando eso ocurre, en el Pacífico se produce resequedad del aire, aumento de la presión atmosférica y sequías en los países americanos del Pacífico, mientras que en el Atlántico aumenta la temperatura, aumenta la cantidad de vapor de agua, aumentan las lluvias, disminuye la presión atmosférica, y aumenta la cantidad de depresiones tropicales que pueden derivar en tormentas y huracanes, lo que implicaba que los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre del presente año podrían traer más tormentas y huracanes de lo originalmente previsto por la NOAA, y que todos los países de la región (Caribe, Centroamérica, México y Estados Unidos) debían prepararse para contingencias meteorológicas agravadas.

Y así ha sido, pues al comenzar el mes de noviembre, cuando normalmente las aguas del océano Atlántico comienzan a enfriarse y a disminuir los fenómenos meteorológicos, en la porción del mar Caribe ubicada al suroeste de la República Dominicana se formó la tormenta tropical Eta, la número 28 de la presente temporada ciclónica, la cual, en pocas horas, se convirtió en un poderoso huracán categoría 4, con vientos máximos sostenidos de 240 kilómetros por hora, que al impactar a Nicaragua, Honduras y Guatemala dejó estragos provocados mayormente por las lluvias torrenciales que en algunos casos locales representaron acumulados de hasta 900 milímetros por cada metro cuadrado, volumen de lluvia lo suficientemente alto como para generar inundaciones, arrastres de puentes, deslaves, y alrededor de 200 personas reportadas como muertas o desaparecidas, convirtiéndose en la peor catástrofe meteorológica que impacta a Centroamérica después de que el huracán Mitch impactó a esa misma región a finales de octubre e inicios de noviembre de 1998 dejando un saldo fatal de 20 mil muertos y desaparecidos arrastrados por crecidas de ríos.

Pero justo al disiparse los remanentes de Eta después de alcanzar aguas atlánticas de la costa este de los Estados Unidos, y estando todavía activa la tormenta Theta, la número 29 de la temporada, se acaba de formar la tormenta Iota, la número 30 de la temporada, justo en el mismo lugar en que 2 semanas atrás se formó Eta, y que, al igual que Eta, evolucionó rápidamente a huracán mayor, y se desplazó con el mismo sentido orientado hacia Centroamérica, confirmando que el desarrollo del fenómeno de La Niña ha contribuido a multiplicar la cantidad de ciclones en esta temporada 2020 del Atlántico, y a complicar la temporada mucho más allá de lo previsto por la NOAA, evidenciando que la porción occidental del mar Caribe ha estado más caliente que la porción oriental, y que en tal virtud los disturbios tropicales tienden a fortalecerse rápidamente al desplazarse hacia las aguas cálidas del Caribe occidental.

Desde el año 2005 la temporada ciclónica del Atlántico no llegaba a 28 ciclones (tormentas y huracanes), y quizás por eso en su segunda revisión de proyecciones meteorológicas para este año 2020, la NOAA estimó que la máxima cantidad de ciclones que podríamos tener en este año sería de 25, sin embargo, tal y como advertimos en agosto de este año 2020, el desarrollo del fenómeno de La Niña (que podría durar hasta junio 2021 provocando muchas lluvias) ha complicado esta temporada ciclónica, que ya totaliza 30 fenómenos nombrados, de los cuales 9 ya corresponden al alfabeto griego, pues las listas anuales apenas alcanzan 21 nombres, por considerar que 21 nombres son más que suficientes para una temporada ciclónica normal que oscila entre 10 y 14 ciclones, pero en una temporada anormal, como la actual, la cantidad de ciclones puede ir mucho más allá de 21, y podría ser que en el futuro esa anormalidad se convierta en una normalidad que afecte a la sociedad.

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