En el PLD y otros círculos políticos, el disgusto entre el candidato presidencial del PLD, Abel Martínez, y el jefe de campaña, Francisco Javier García, es de todos conocido. De hecho, García no asistió a la última reunión del Comité Político, donde se decidió el importante tema de la resolución 13 de la JCE, sobre la reserva. Según se supo, estuvo recluido en Puerto Plata, en una especie de retiro con sabor a rebelión y mensaje de disgusto.

El encargado de hablar con Francisco sobre la situación fue Monchy Fadul, ambos son canchanchanes y compañeros de batallas para sus intereses políticos en la famosa Otan del PLD.

La razón que habría disgustado a García es que Martínez habría designado coordinadores y parte de la estructura sin previa discusión con el equipo de campaña. Haciendo memoria, y llevando el registro de los hechos políticos, el 28 de abril, Martínez se reunió con Andrés Navarro, muy contentos ambos, anunciaron dos cosas: que Navarro desistió de sus aspiraciones a la alcaldía del Distrito y Abel lo designó jefe de gabinete de su proyecto presidencial.

Según el de boca en boca en el PLD, el veterano jefe de campaña de los morados, interpretó la acción como una especie de golpe de Estado a su cargo en el proyecto. Y lo que levantó más suspicacia fue que, cuando Abel fue escogido candidato en la consulta de octubre, Danilo Medina le habría recomendado a Navarro para el cargo de jefe de campaña, pero ya Abel lo había negociado con Francisco, que jugó un papel estelar, aunque con poco ruido, en el éxito del alcalde de Santiago en la consulta del PLD.

Qué pasó con FJG

Resulta que después de la consulta, el PLD entró en un letargo, parece copiado de los osos, que hibernan hasta seis meses y ni se mueven. Pues después de ese largo descanso, Francisco Javier tomó las calles y organizó asambleas en todo el país. El resultado de ese movimiento fue, según dicen los peledeístas, que en las asambleas los dirigentes le decían que él debería ser el candidato presidencial. Parece que el mensaje llegó a los oídos de Abel, lo que unido al impacto que estaba logrando el jefe de la Otan en la opinión pública, pusieron chivo al candidato santiaguero.

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