Ayer, el presidente del Tribunal Constitucional, don Milton Ray Guevara, pronunció su último discurso de rendición de cuentas luego de 12 años al frente de una de las instituciones más jóvenes de la República Dominicana, pero la de mayor respeto, confianza y admiración de los dominicanos.
El primer grupo de jueces que integró ese órgano cuenta como anécdotas las vicisitudes con que arrancaron el trabajo de construir una institución que solo existía en papeles, la Constitución y la Ley Orgánica de la institución.
Los últimos cinco magistrados que quedan de ese grupo serán sustituidos por el Consejo Nacional de la Magistratura en los días que faltan hasta el 28 de este mes. Esos magistrados bajo el liderazgo de don Milton, sentaron las bases y crearon un modelo de gestión pública que debe ser no solo preservado en el Constitucional, sino que debe extenderse a otras instancias del Estado.
Para ganar respeto, prestigio, confianza y admiración de toda la sociedad, esos jueces no se enfocaron en repartir dádivas, ni se dedicaron a complacer peticiones de empresarios o del poder político, de la oposición o el gobierno. Lo único que hicieron fue cumplir con su deber, y para una sociedad como la nuestra acostumbrada a las decepciones de sus servidores públicos, esos magistrados hicieron más que cumplir con su deber.
El aporte de don Milton al país es de una dimensión que va más allá del cumplimiento del deber o la cantidad de sentencias que la corte emitió en su mandato. Su mayor aporte es intangible porque con su proceder como servidor público interpretó los sentimientos de la inmensa mayoría de dominicanos que está hambrienta de un salto cualitativo en la gestión de los intereses colectivos.
De su discurso de despedida compartimos este mensaje: “En el Consejo Nacional de la Magistratura recae la difícil, pero patriótica y valiente, misión de elegir a los próximos jueces. Confiar en que será una selección consciente y responsable, siempre pensando en la consolidación y estabilidad del Tribunal Constitucional, que es un patrimonio del pueblo dominicano y de la democracia dominicana”.
