La campaña electoral cerró ayer a la medianoche. Hay varias cosas que la campaña se llevó. El primer saldo del proceso político fue la lealtad partidaria. La compra y venta de dirigentes políticos y figuras de distintos ámbitos de la vida a cambio de apoyo al partido oficial, prácticamente fue normalizada.

El hecho generó tanto pesar que en la última fase, el partido de gobierno se abstuvo de juramentar a algunas de las figuras alquiladas para apoyos pasajeros.

Aunque el transfuguismo es una vieja práctica, lo ocurrido en el ciclo político-electoral que casi concluye, no ha tenido precedentes en la historia electoral reciente.

La campaña se llevó la careta a los políticos de partidos y del denominado grupo “independiente” que se promovieron como diferentes y prometieron un cambio que se consagra como más de lo mismo. La mayor prueba es que cuando se les critica se defienden diciendo que “ellos hacían lo mismo”.

Otras figuras políticas, fueron más lejos. Perdieron la personalidad, su identidad para sumarse a un discurso de “profundizar el cambio” que no se sostiene en los hechos. Una metamorfosis que se puede comparar a la de Gregorio Samsa descrita por Franz Kafka.

El Ministerio Público, con su popular apellido de independiente, también quedó atrapado en la etapa final de la campaña. El expediente Calamar que había sido sigilosamente guardado, fue difundido o filtrado, a cuatro días de las elecciones. El hecho generó la opinión casi unánime de que se trató de una jugada política para beneficiar a un partido y perjudicar otro.

Entre las cosas buenas que dejó la campaña, es que el nivel del debate y los diversos escenarios que tuvieron los candidatos para presentar sus propuestas, fueron más importante que el cliché de acusar a los partidos y sus dirigentes de no tener propuestas. El debate de la ANJE es el inicio de una nueva forma de hacer política, que apuesta a menos caravanas y bandereos y por más discusión de ideas.

El proceso también sepultará liderazgos políticos y alumbrará otros. Un tema apropiado para la calma del lunes cuando pase la tormenta electoral. Hay una pista en la batalla de David contra Goliat.

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