Por un plato de comida
Por un plato de comida

El libro de Génesis relata la historia de conflictos de los hermanos gemelos Esaú y Jacob y cómo el segundo convenció al primero de venderle el derecho ser el hijo primogénito a cambio de un plato de comida. Según el relato, un día, cuando Jacob estaba preparando un guiso, Esaú llegó agotado y hambriento del campo y le pidió de comer. Jacob le solicitó a cambio su renuncia a los derechos a la primogenitura, a lo que Esaú aceptó bajo juramento.

El capítulo 25:32 relata el trato entre ambos con estas palabras: “Jacob le dio entonces pan y guiso de lentejas. Esaú comió y bebió; después se levantó y se fue. Así menospreció Esaú el derecho que le correspondía por ser el hijo primogénito”. En la cultura de esa época, el primogénito recibía la bendición de la primogenitura, la cual abarcaba el derecho de presidir la familia y heredar una parte doble de los bienes y de las tierras de su padre tras su muerte.

Todo eso entregó Esaú a cambio de un plato de comida, probablemente con la mente nublada por el hambre momentánea. El relato muestra que Esaú no era digno de esa distinción porque fue capaz de entregarla por un guiso de lentejas.

En tiempos de campaña electoral, la compra y venta de conciencias para obtener favores y apoyos políticos, sin importar el precio que se pague por ello, entra en moda. Aunque son actos repugnantes, tienen algo de bueno, pues no hay nada tan malo que no tenga algo bueno. La parte noble de cada proceso es que desenmascara a un buen grupo de gente que alza la bandera de la moralidad, defensa de la patria y su devoción por los pobres y mil discursos más. Pero como Esaú, sucumben a cualquier principio por un plato de comida.

Cada actor, con sus hechos, va redactando la crónica de lo que le depara el futuro en términos políticos, que equivale a decir el lugar que le tocará en el reino del poder.

Es obvio que para la mayoría de las cabezas visibles, su lugar es el baño, a otro grupo no menor, quizás le corresponda servir en la cocina o limpiar los hoyos del infierno por el que transita la basura. Los menos, muy pocos, se sentarán en el trono. Ahí llegan solo los que no se venden por un plato de comida.

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