La frase “el que a hierro mata a hierro muere” es popular y su origen está en la Biblia. Fue una de las expresiones de Jesús antes de que fuera apresado para ser enjuiciado y luego crucificado. El libro de Mateo en el capítulo 26:51-52, lo relata así. “Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. Entonces Jesús le dijo: vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán”.

La frase cae como anillo al dedo para describir el giro que ha tomado el debate político, especialmente en las redes sociales, que lo soportan todo. Resulta que ahora, dirigentes políticos, activistas sociales y comunicadores que pasaron años calificando de ladrón y corrupto a todo el que les parecía o les caía mal, están recibiendo una dosis de su propia medicina.

Los que hoy son oposición y que en el pasado fueron víctimas de una campaña descarnada se han ocupado de dar de beber el trago amargo del descrédito público a sus antiguos críticos, en lugar de colocar la otra mejilla.

Los que marcharon y promovieron las protestas contra la corrupción y la impunidad, tomaron las plazas, los medios y las redes, hoy lucen acorralados por cometer los mismos actos cuestionables que criticaron en el pasado.

La Constitución de la República, en la sección relativa a los derechos fundamentales establece como derecho fundamental el honor personal.

Artículo 44: “Derecho a la intimidad y el honor personal. Toda persona tiene derecho a la intimidad. Se garantiza el respeto y la no injerencia en la vida privada, familiar, el domicilio y la correspondencia del individuo. Se reconoce el derecho al honor, al buen nombre y a la propia imagen. Toda autoridad o particular que los viole está obligado a resarcirlos o repararlos conforme a la ley”. Aquí, tomar un micrófono, el papel de un periódico y las cámaras de televisión (las redes sociales todavía no están reguladas en esta materia) para enlodar el nombre de personas, especialmente de los políticos, se hace con una ligereza que asombra. No estuvo bien antes, ni está bien ahora. Pero la lección debe ser aprendida.

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