Me sentí muy identificado con los desafíos que plantea Betsy DeVos en su libro Hostages No More: The Fight for Education Freedom and the Future of the American Child, donde describe sus 30 años de trabajo por mejorar la educación, y en particular sus cuatro años como Secretaria de Educación de Estados Unidos.

Existen diferentes formas de promover reformas educativas, por supuesto desde el estado, pero también desde la sociedad civil, desde el sector privado, o buscando promover agendas de debate desde los medios de comunicación.

El libro nos muestra cómo se ha buscado promover la mejora de la calidad educativa desde todos los sectores en Estados Unidos, encontrando siempre mucha resistencia, principalmente desde los sindicatos.

Ella habla de la enorme oposición que existe a cambiar, a pesar de que todos saben, incluido las instituciones mas conservadoras, como los gremios, que los alumnos no están aprendiendo.

Pero también habla de las resistencias que presentan las grandes burocracias, como los Ministerios de educación, nacionales o subnacionales, que a ella en particular le hicieron muy difícil impulsar cualquier reforma que le de mas autonomía a las escuelas.

“Los demócratas, y también muchos republicanos en las legislaturas estaduales, viven con miedo de perder el financiamiento de los sindicatos docentes, o de provocarlos oponiéndose a su agenda” señala DeVos, una realidad muy similar en toda América Latina.

Los estudios de opinión sobre la sociedad, y en particular entre las familias, muestran claramente la demanda por una mejor educación, y una ansiedad de los padres sobre el futuro laboral de sus hijos. Pero cuando se habla de reformas concretas a nivel de leyes o programas gubernamentales, los grupos de interés son quienes juegan un rol fuerte en oponerse, independientemente de la demanda de los ciudadanos.

Me gustó mucho cuando aclara que la filantropía no alcanza, como dice ella, que se ha enfocada décadas en donar a diferentes causas relacionadas con la mejora de la educación “la sociedad civil tiene un importante rol, pero eventualmente me di cuenta de que el sistema esta muy deteriorado para repararlo únicamente con filantropía y apoyo de fundaciones.

Las leyes tienen que cambiar, el gobierno tiene que cambiar, y para eso hace falta fuerza política”.

Los gremios tienen gran capacidad de liderar y financiar campañas públicas negativas contra los dirigentes que quieren transformar la educación, y generalmente se aliñan con los partidos políticos que favorecen el status quo.

A pesar de que es justamente la situación presente de mala calidad educativa y baja inclusión la mas desfavorable para los sectores sociales de mayor vulnerabilidad.

El libro presenta interesantes lecciones sobre la importancia de entender la política cuando se busca reformar la educación, ya que los actores principales, a favor y en contra, suelen ser políticos mas que actores de la academia o la educación.

A su vez, la relevancia de entender que hay que persuadir y convencer a los otros de cambiar. Las buenas ideas no son suficientes, y muchas veces tampoco la clara evidencia, que hoy existe en abundancia, de las políticas que funcionan y no funcionan.

La oposición a perder privilegios es tan grande, que hay que trabajar muy fuerte en persuadir, en mostrar una y otra vez a las familias, a los alumnos, a los maestros por qué se busca cambiar y los beneficios para los alumnos de una mejor educación. Hay que convencer a aquellos que mas se beneficiarán con el cambio, que por supuesto no serán los intereses corporativos.

El libro hace un excelente alegato de la agenda de la libertad en educación, pero también del entendimiento que los principales protagonistas de esos aprendizajes son las familias, las madres, los padres, los hijos.

En la creación de los sistemas educativos, como diseño Horace Mann en Estados Unidos, la uniformidad era una prioridad, y un modelo de enseñanza igual para todos, donde los educadores y funcionarios supuestamente sabían que era lo mejor para los niños.

Pero en el mundo actual, la prioridad mas bien es personalizar la educación lo mas posible, empoderando profundamente a las familias, promoviendo la libertad de educarse, liberando a los estudiantes de las rigideces de los gremios, de un modelo uniforme de enseñanza, y de la injusticia que la calidad educativa la defina el lugar donde nacieron.

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