El pasado lunes 10 asistí a La Semanal con la Prensa, ese encuentro del primer mandatario con los medios de comunicación ideado por Homero Figueroa, director de Comunicación y Estrategia del gobierno, que le ha dado un excelente resultado. En ese encuentro de los lunes el presidente Abinader brinda informaciones importantes del gobierno y permite que los medios presentes le cuestionen, no solo sobre los temas que ha tratado sino de cualquier otro que se entienda conveniente y necesario.
La Semanal con la Prensa es una especie de réplica de actividades similares que realizan los mandatarios de México y El Salvador, dos de los presidentes más populares de América Latina. Nayi Bukele, de El Salvador, se caracteriza por hablar siempre con los medios, interactuar con ellos y dar ruedas de prensa a cada momento. En el caso del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, desde que subió al poder, hace seis años, tiene una rueda de prensa diaria donde habla de todo, y eso le ha dado un resultado muy positivo.
Durante mi participación en La Semanal viví una experiencia muy especial y vi a un presidente muy interesado en derrotar las dudas que hay en la población, ante dos de los grandes retos de su nuevo mandato: La reforma fiscal y la reforma constitucional.
De manera particular tomé un turno para decirle al presidente que tenga mucho cuidado de no afectar con la reforma a la zona franca y el cine, ya que varios de sus funcionarios han estado planteando que se quiten los incentivos que tienen esos dos sectores para seguir desarrollándose, creando empleos y consolidando la marca país. Al referirse a mi inquietud, el presidente Abinader respondió de manera muy inteligente al decir que si bien el gobierno necesita más recursos para hospitales, para infraestructura, para transformar la policía, él no tomará ninguna medida que pueda “matar la gallina de los huevos de oro”, y dijo que desde que la reforma fiscal esté lista la discutirá con todos los sectores del país. Y fue más lejos, pues me invitó a estar en ese proceso de discusión. Esa invitación es una distinción del presidente que agradezco y trataré de ser útil en el proceso de discusión de esa reforma.
En cuanto a su anunciada decisión de que no volverá a ser candidato presidencial nunca más, hubo otro momento de La Semanal donde el presidente se refirió a ese tema y de manera inesperada para mí, fui un actor importante por mis criterios sobre ese tema. Cuando otro de los colegas presentes le preguntó sobre lo dicho por Cholitín, el senador electo de La Altagracia, de eliminar el “nunca jamás” de la Constitución para que pueda volver, Abinader fue bastante enfático al decir que él se va del palacio en el 2028 y no volverá nunca más a aspirar a la presidencia.
El presidente reiteró esa afirmación de que no volverá postularse ni hará intento de cambiar la Constitución para eliminar el nunca jamás, pero dijo que muchas personas no creen que él pueda hacer eso. Justo en ese momento expresó: “Por ejemplo, Euri no cree que yo no voy a volver…” . A seguidas yo le dije: “¿Y sin cambian las circunstancias, presidente? , y él respondió: “Olvídate de las circunstancias, esa es mi decisión por encima de todo, porque yo no me considero imprescindible y en mi partido hay muchos otros líderes que pueden hacerlo igual o mejor que yo”.
Ciertamente, por la experiencia que viví de manera personal tanto con Leonel como con Danilo, tengo muchas dudas en creerle al presidente Abinader que él no modificará la Constitución para beneficiarse y poder postularse otra vez. Creo en sus buenas intenciones y en su declaración, pero los hechos históricos recientes me llevan a no dejar atrás mis dudas. Es necesario decir que en otros aspectos Luis nos ha sorprendido gratamente actuando diferentes a los pasados presidentes, como el caso de los debates presidenciales, que sentó un histórico precedente al participar en el de este año a pesar de ser el mandatario en ejercicio y no escuchar las recomendaciones de sus asesores de que no asistiera al debate.
Si el presidente Abinader cumple con esa promesa de modificar la Constitución para no beneficiarse y no vuelve a ser candidato, se convertiría en un modelo de líder político que cumple con su palabra y no se deja llevar por las circunstancias. Y en ese momento, reconoceré con humildad que estaba equivocado. De lo contrario, la política dominicana seguirá la misma ruta de siempre.