Con más frecuencia de lo debido, las personas se preocupan demasiado de cómo lo ven los demás.

Es más, existen quienes hacen algunos cambios en su forma de vestir o lucir su cabello, no tan preocupados de su propia opinión, sino más enfocados en la opinión de los otros.

Así es. Abundan las personas inseguras de sí mismas y que no se atribuyen la capacidad necesaria para hacer o emprender proyectos sin antes recibir el visto bueno de alguien más.

Es increíble que una persona que se viste o se peina de la forma en la que le gusta y se siente bien, pueda cambiar lo que prefiere por una opinión adversa.

Lo crean o no, es muy elevado el número de personas que se miran cada día al espejo, pensando más en la impresión que causarán que en lo que ellas mismas piensan.

Y lo peor es que esta opinión favorable que tanto anhelan, provendría de personas que ni siquiera son sus amigos.
Es verdad, vivimos en sociedad y los demás cuentan, existen y para muchas de nuestras acciones deben ser tomados en cuenta, pero de ahí a condicionar al visto bueno de los demás nuestra forma de vivir, lucir y hasta conducirnos es más que una locura.

No imagino la presión con que vive una persona que lucha de forma desesperada por agradar a otros, por caer bien, parecer simpático e ir sumando falsos amigos.

Mientras las personas no aprendan a aceptarse a sí mismas y reconozcan su valor, sin esperar el reconocimiento de otros, seguirán siendo víctimas de sus inseguridades, jamás se sentirán completas sí no tienen a alguien más a su lado.

Amar es importante, pero debes amarte a ti primero para luego amar a los demás. Una personalidad fuerte y segura de sí misma queda de manifiesto cuando vives y tomas tus decisiones conforme a lo que consideras mejor para ti, sin perjudicar a los demás.

Si a tu entorno le gusta o no, ya ese no es tu problema.

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